Por eso, ante la negativa del Ayuntamiento de permitir la quema de Judas en el Centro de Jojuta, el director del taller de artesanos AlMorales, Alfonso Morales Vázquez, su familia y algunas otros artesanos y músicos, decidieron hacer un esfuerzo y realizar la quinta quema de Judas, en esta ocasión y por vez primera en la comunidad de Tlatenchi.
Desde principios de marzo, Alfonso solicitó al Ayuntamiento un espacio en la explanada del auditorio municipal o la plaza pública para llevar a cabo una expo venta de sus artesanías y la quema de Judas. Junto con ello, también pidieron un apoyo económico mínimo para la elaboración de los monigotes.
Los cartoneros tenían la esperanza de que los nuevos funcionarios encabezados por el alcalde Alfonso de Jesús Sotelo Martínez, alias “Ponchito”, fueran más sensibles, porque cuando solicitaron el voto para la presidencia municipal prometieron que le darían prioridad al arte y a la cultura populares. Pero, en respuesta, el día 19 de marzo les respondieron con un oficio que los días 22, 23, 24, 25 y 26 ya estaban ocupados para dos eventos, uno de índole religioso y otro la Feria del Taco.
Los artesanos y la gente que esperaba este evento en el Centro de Jojutla se enojaron mucho, pero había un plan “B”.
En la redes sociales “alguien” sugirió que el gobierno municipal había vendido al diablo por unos tacos…
El sábado de Gloria
En la tradición cristiana el sábado de Gloria es el tercer día del “Triduo Pascual, que concluye con las primeras vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su descenso al abismo. Una vez que ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual”.
El Sábado Santo, o de Gloria, es el día en que los cielos se abren para recibir a Jesús de Nazaret después de que fue crucificado y antes de su resurrección. Se representa la destrucción de Judas Iscariote, el traidor.
La tradición de la quema del Judas surge, dicen algunos, durante la Colonia como una manera de evangelización de los indígenas. Representa el triunfo del bien (Jesús) sobre el mal (Judas).
En México esta conmemoración se ha escapado de las manos a los cristianos y se ha vuelto una tradición popular. La gente incorpora elementos propios: el material con que se hace al monigote, la pintura, los dibujos, el nombre de político o personaje del lugar, el testamento, etcétera.
El pueblo ha hecho suyo el terror a Satanás y volvió al miedo humor. Luzbel entonces pasó a ser el Diablo o el Chamuco, motivo de desmadre, de celebración.
El plan B de los Morales
Ante la negativa del Ayuntamiento de permitir el espacio para la quema de Judas, los artesanos de Tlatenchi elaboraron un programa emergente con danza regional, cantantes, música de viento y venta de artesanías.
La quema del Judas fue bastante accidentada, un auténtico “vía diaboli”, en oposición al “vía crucis”. En un momento se pensó que alguna fuerza macabrona estaba influyendo en el ambiente para que Satanás no ardiera en llamas para purificar el año.
Un automóvil mató al Sapo, un ladrante del taller de la familia Morales, compañía de todos, siempre al pie de los artesanos cuando éstos construían piezas monumentales, hermano de un rasguñante llamado Esmeraldo, con quien se enroscaba en las largas horas de la modorra que tarantuleaban en el piso de tierra.
El diablo en las calles
A las seis de la tarde una bola de mujeres, hombres, niños y perros salió de la calle Revolución en la colonia Vicente Guerrero de Tlatenchi.
El colectivo cartonero horizontó al chamuco y, seguido por una delgada fila humana, salió del taller rumbo al corral de toros de Tlatenchi.
La maldad midesiete metros de alto, fue construida a mano por el maestro Alfonso Morales y su familia. Se emplearon cerca de 30 carrizos, litro y medio de pintura blanca, litro y medio de pintura roja, pintura negra, 10 kilos de papel periódico, 20 de papel de sacos de cemento y 25 litros de engrudo.
Es de color rojo difuminado con morado, tiene algunas partes negras y grecas y motivos tlahuicas.
Enfrente hay un dios fiero y dientón, con la boca abierta y una lengua que va de la panza a las ingles.
Sus dientes son filosos, tiene orejas de vampiro y cuernos puntiagudos.
“De lengua me como un taco”, es una frase que se repite por la panza y las costillas del muñeco, en alusión a los políticos que “prometen cuando andan en campaña, pero que cuando están en el poder no cumplen”.
Automovilistas disminuían la velocidad para ver al diablo avanzando acostado por la orilla de la carretera, como un niño berrinchudo que no quería caminar.
El diablo no se quedaba quieto
En poco tiempo el monigote estaba en el corral de toros y la hilera humana se fue haciendo más gruesa.
Con ayuda de los pobladores, los artesanos sujetaron al mono con alambre de amarre. Al fondo se podía observar la cruz de la parroquia del pueblo y un campanario.
Mientras el programa artístico se desarrollaba en las canchas techadas de básquet y la gente en las gradas disfrutaba de una danza regional del grupo “Nemaztezontla”, un niño llegó a avisar que en el corral de toros el aire no pudo hacerle al diablo lo que el viento a Juárez, y el alambre cedió.
Varios hombres y una mujer luchaban por sujetar a luzbel. Reforzaron los tensores y agregaron dos más enfrente y detrás del monigote. Apenas quedaban unos minutos para que comenzara la quema: a las 8 de la noche el cura del pueblo iniciaría una ceremonia del Fuego Nuevo y pidió que la quema acabara antes de que el evento de los artesanos.
Martín, un niño de 9 años, se subió a las espaldas de un hombre para pasar el metal por el pecho del demonio y sujetarlo. “Si este chamaco estuviera quitando los clavos a Cristo, se iría al cielo”, dijo alguien en la oscurana.
El argüende continuaba en las canchas con Aquileo Morales“El Jornalero”,cantando sus composiciones de amor y desamor, después con el Chivo de Panchimalco y por último con una banda de viento.
Pero los problemas no terminaron con la caída del Diablo.
Se invitó al público que estaba en las canchas y en los alrededores para que fuera al corral y participara de esta tradición.
Rodeado del pueblo que quería ver consumirse a Satanás, el maestro Morales prendió fuego a la boca del Judas, quiso seguir con las manos y el pecho pero el fuego no ardía. Tuvieron que rociar el cartón con alcohol para que ardiera, pero poco duró el gusto, porque el fuego se apagó.
Alguien llegó con una botella de gasolina y se la echaron al Judas.
Las llamas se levantaron como enormes serpientes de fuego por el cuerpo de gigante de papel y carrizo y fueron acabando con él.
Los pobladores miraban callados y la banda de viento, al fondo, tocaba sones chinelos para despedir a la maldad y la traición.
Con este acto iniciaría en esa comunidad la quema del Judas monumental: “Por cinco años hemos pedido apoyo a las autoridades del Ayuntamiento de Jojutla y recibimos indiferencia o pocos recursos, desde ahora cada año vamos a quemar a Judas aquí”, dijo Alfonso Morales, mientras al fondo una última lumbre se convulsionaba epiléptica en la oscura tierra del corral de toros de Tlatenchi, el 26 de marzo de 2016.