Brinco desde antes que naciera
– Yo soy chinelo desde antes que naciera. Viví a unas cuadras del centro de Yautepec y a mi madre, Erminia Ortiz Cabrera, también le gustaban estas celebraciones de los carnavales. Ella estaba embarazada y me platica que cuando comenzaba la banda a tocar yo me movía en su vientre, desde ahí comencé a brincar. Ya cuando fui más grande soñaba con un traje de chinelo y a los dos años lo tuve. Me acostaba soñando con un traje y cuando me puse mi traje por primera vez, que fue un regalo de mi abuelo, fui el niño más feliz del mundo.
–Revela los secretos de su brinco
En su taller de Yautepec, en donde además enseña gratuitamente a hacer trajes de chinelo a jóvenes y niños interesados en que la tradición no se pierda, el señor Bastida –quien se llevó el primero lugar como mejor brincador en los carnavales de 1980, 1981, 1982 y 1983– se enfunda un traje que le llevaron para reparación y demostró cómo brinca.
A pesar de que tiene una lesión en la rodilla por un accidente de hace año y medio, y de la que se recupera, baila tres sones. Uno de sus alumnos pone la música desde su celular y Diego Bastida deja sus casi cincuenta y nueve años, su extremidad lesionada y sus más de cien kilogramos de peso en una silla y comienza a moverse con extraordinaria agilidad:
Su brinco es muy particular porque mueve todo el cuerpo –Chinelo viene de la voz náhuatl que quiere decir movimiento de chichis y caderas–. Se va metiendo entre las notas musicales como si pasara por un espiral sonoro. De los cuatro minutos que duran los tres sones –son once sones en total– él permanece en el aire más de dos: vuela, y en ese vuelo el traje y sus colores cortan con luz el espacio aéreo.
– Hay chinelos que ya no brincan y esos ya no son chinelos. Hacen tan adornados los trajes y tan pesados, que a veces ni siquiera se mueven. Los traen en camionetas o en tractores y los ponen en una plataforma especial y ahí van exhibiéndose solamente, tiesos, eso no es ser chinelo. El chinelo anda en las calles, arrastra sus pies y su vestimenta, se mete entre la gente, tiene los pies en la tierra y en el aire, avanza, este es el espíritu del verdadero chinelo. Hay quienes portan trajes muy lujosos pero no saben brincar, los sones no les bombean el corazón, los once sones, su corazón no es de colores y de música y alegría como lo es el del auténtico chinelo. Mi brinco está arraigado en mi alma.
– Para que se eduquen, brincará en 2016
En el año 2016, durante el carnaval de Yautepec, Diego, presidente de la comparsa El Capricho, del barrio de Buena Vista, bailará de nuevo:
– Me estoy haciendo un traje de competencia muy particular porque va a ser muy elegante pero no va a pesar los cincuenta o sesenta kilos que es lo que pesan los trajes de gala; el mío no pasará de veinticinco kilos, será muy liviano, muy, muy ligero. Mi tema es prehispánico y Quetzalcóatl será la figura central, rodeado de dioses prehispánicos. De esta manera celebraré mis sesenta años.
También comenta que el año que entra le dirá a sus más bonitas sobrinas que se vistan con trajes prehispánicos y que durante el carnaval y las comparsas lleven una manta que diga: “Rescatando al verdadero y al tradicional traje de chinelo”.
Morir brincando
Para Diego Bastida, chinelo de raíces hondas, la fiesta no acaba en la tierra:
– Ser chinelo es un placer y una honra muy grande, y yo pienso que en el cielo o en el paraíso también hay chinelos y carnaval como acá, entonces cuando me muera allá seguiré brincando. Nací chinelo y me voy a morir chinelo.