El poeta tiene 68 años de edad y es oriundo de este municipio: moreno, de un poquito más de 1.60 de estatura. Tiene en su haber más de 100 canciones compuestas e igual número de poemas.
–Comencé a componer canciones por ahí de 1990. Una de las primeras la cantó en el Cuartel o Museo de la Revolución Agraria, de ese municipio y se llama “Amor”.
Machuca Rodríguez extrae del fajo de copias, escritas a mano y con caligrafía manuscrita, un par de copias. Se sienta cómodamente y comienza a cantar, sin acompañamiento alguno –no toca ningún instrumento porque eso “no se le dio”–; muy bien entonado:
Amor yo necesito amor/ urgentemente,/ porque me siento solo/aunque rodeado esté de gente./ Lo que quiero es amor,/ paz y tranquilidad/ para todito el mundo./ Pero para tener/ paz y tranquilidad/ es como querer tapar/ el sol con un solo dedo/. Le doy gracias a Dios/ que es puro corazón/ lo que tengo en el cuerpo,/ si no fuera por eso/ desde hace muchos años/ pues yo ya me hubiera muerto.
Él afirma que no inventa nada: todo lo que escribe tiene que ver con su persona, con lo que le rodea. Sus alegrías, sus desgracias las hace argumento de poemas o de canciones. Pero algo que caracteriza a Alejandro es su capacidad para reírse de sí mismo, de las situaciones por las que pasa y de la gente. Sus letras humorísticas son verdaderas joyas, como en esta canción llamada “El porrazo”:
Ese martes por la tarde/ no sé dónde me metí,/ Iba yo tan distraído/ sólo por pensar en ti. /Ando medio atarugado,/ no sé lo que tú me has dado,/ cada trompezón que tengo/ en tu cara voy pensando,/ yo voy hacer lo imposible/ para no pensar en ti;/ para no echarte la culpa/ del porrazo que me di. /No tengo carro a la puerta/ para poder presumir/ pero dicen malas lenguas/ que me quieres escribir. / Y si eso fuera cierto/ eso no me importa nada,/ yo sé que en cualquier momento/, nos va a llevar la tiznada.
El poeta tiene un discurso redondo, armonía y un oído extraordinario para componer en metro octosilábico, que es el de arte menor más común entre los poetas y letristas de pueblo. Sobre este aspecto, dice:
–Mi mayor influencia es el poeta Antonio Plaza (Apaseo, Guanajuato, 2 de junio de 1833-Ciudad de México, 26 de agosto de 1882) y mi madre, de quien heredé el gusto por la poesía y las recitaciones desde que yo era chiquito. Estudié sólo primero de primaria y ahí, en ese grado, me quedé cuatro años; me gustó mucho estar sólo en primero de primaria y no me quise salir de ahí, después me salí de la escuela porque había que trabajar.
Alejandro pone en una mesita un CD el cual tiene tres canciones suyas grabadas y una copia de un libro engargolado: Corridos morelenses, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Gobierno del Estado de Morelos, en 1990; en la página 117 el “Corrido de Roberto Quiñones” corresponde a Alejandro Machuca R.
“El Hot Dog”, es un corrido ladrante, que deja una enseñanza a todos los que se pasan de borrachos:
Vengo a decirles señores/, que tengan mucho cuidado/ porque por ai anda un perro,/ anda muy alborotado,/ anda queriendo gozar/ a los que quedan tirados. / Ayer iba en un camión,/ me asomé a una ventanilla,/ un hombre iba corriendo/ con la ropa en la rodilla,/ el perro quería gozarlo,/ le estorbaba la camisa./ Cada vez que lo alcanzaba/ se estremecía de pavor/ gritaba desesperado:/ quítenmelo por favor./ El perro se ve muy fino/ y está muy bien entrenado/ para darles un consejo/ a todos los que andan briagos./ Ya me voy ya me despido/ me voy para Ticumán/ porque al perro lo encontraron/ por aquí en Tlatizapán.
“La Araña”, es una canción de entramados versos, que como la red de este insecto, cada nudo es consecuencia de otro:
Aquí me pongo a cantar/ con mucho gusto y esmero/, decía una araña/ cerquita de su agujero/ dándole gracias a Dios/ porque ya tenía alimento./ Una calandria envidiosa/ le dijo ahorita regreso,/ voy a venir muy bien puesta/ a donde tengo mi almuerzo. / Y la envidiosa calandria/ nunca jamás regresó/ un gavilán la asediaba/ y de almuerzo le sirvió./ El gavilán muy alegre/ con su banquete cantaba/ luego llegó un cazador,/ le tiro un balazo y ¡riata!;/ nomás por calar el pulso/ mas no lo necesitaba./ De pura casualidad/ un policía lo observaba,/ lo acusó con la montada,/ la araña se carcajeaba,/ que a la cárcel caminaba. /Aquí se acaba el cantar/ de la muy gustosa araña,/ de la envidiosa calandria y el alegre gavilán. Sólo se aclara una cosa:/ que el hombre es el más rapaz/, que mata a todas las bestias/ sin haber necesidad.
Los temas son también materia de sus canciones, como en la de “El condón”:
.... El condón es el que es salvavidas,/ los protege de la purgación,/ los protege de la gonorrea/ y del sida que causa pavor. /No son comerciales los que yo les digo,/ para que tenga venta, productor,/ consíganse una tripa de marrano/ y esto les sirve como protección./ Hagan a un lado toda la vergüenza/ y cuando lo hagan compren un buen condón/; dense cuenta que salvan más vidas/ y salvan la suya que va de pilón./ Me despido de todo ustedes/ y cuando lo hagan compren un buen condón./ Lo que les digo es con mucho amor,/ por eso lo traigo en el pantalón.
Alejandro Machuca Rodríguez es campesino y artesano:
–Para poder comer ahora hago alacranes de alambre y artesanías de cirian o cuatecomate y cáscara de coco, y los voy a vender a los turistas que llegan al Museo de la Revolución del Sur, en Tlaltizapán, porque esto de la escribida no deja.
A este poeta, como a otros compositores y demás aristas populares de deambulan a veces en harapos en regiones apartadas de la entidad, le gustaría que el gobierno, por medio de instancias como la Secretaría de Cultura la Dirección de Culturas Populares, diera a conocer lo que hace: canciones, corridos, poemas, porque en ellos se encuentra todavía viva una parte de la historia de Morelos y de México.
–Traen algunos eventos de Cuernavaca para acá, pero nosotros sólo servimos para adornar eventos cívicos y fiestas populares pero no tenemos un lugar, no nos llevan a Cuernavaca o a México para que nos escuchen; no nos publican –dice Alejandro, un cronista de uno de los municipios más inseguros de Morelos y uno de los más abandonados en cuestión cultural.
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