Asimismo, indicó que en otros casos estas personas cortan las vestiduras de los asientos, al parecer con un cúter, y posteriormente se bajan de las “rutas” como cualquier otro pasajero.
“Son daños que a la larga generan costos onerosos para los permisionarios, quienes no tienen a quién reclamarle y los choferes no se dan cuenta de los mismos hasta que llegan a su base”, aseveró.
“Al final de cada recorrido tienen que limpiar sus vehículos y es cuando descubren grafitis, vidrios rayados, vestiduras cortadas y en algunas ocasiones hasta chicles en los asientos”, comentó.
Manifestó que estos daños provocan gastos que van desde los 200 pesos hasta los tres mil, según la gravedad del mismo, ya que en ocasiones tienen que cambiar los vidrios o las vestiduras.
“Son gastos que se tienen que hacer porque la gente al hacer uso de nuestros vehículos, exige un servicio de calidad y si después queremos pedir un aumento en la tarifa tenemos que darlo”, puntualizó.