Los incesantes rayos del sol no fueron causa para que la gente dejara de asistir a los diferentes escenarios montados para presenciar la representación de la pasión y muerte de Cristo y en cada rostro se podía notar una mueca diferente sobre este acto religioso.
Las calles estaban atiborradas, todos querían ver al actor que representaba a Jesús y lo acompañaron hasta el lugar donde fue crucificado, junto a quienes representaron a Dimas y Gestas.
Ahí, la fe católica se podía percibir en todo su esplendor, chicos y grandes eran uno solo y se tomaron un rato para reflexionar sobre las cosas buenas de la vida y aquello que es necesario cambiar para mejorar el mundo.
Fue así como se vivió la representación del Viacrucis en el poblado de Ocotepec, donde sus propios habitantes confeccionaron la ropa que cada actor portaría y montaron los escenarios con el afán de dar el mayor realismo posible a cada escena.
El equipo de audio permitió que los asistentes escucharan cada una de las líneas de los actores y ello evitó que hubiera alguna desconcentración, por el contrario, en momentos el silencio hacia parecer que los actores estaban solos.