Sociedad
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Pactú en Tuxtla Gutiérrez

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No faltará alguien que le obsequie un pastel, un desayuno, una comida, unas monedas o una felicitación sincera…

Ana Laura Flores Hernández, amiga de la preparatoria, me había comentado que el mimo al que yo le hacía fotos en Cuernavaca se parecía mucho a uno que ella conoció en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Yo no le tomé mucha importancia a ese comentario. Sin embargo, este diciembre que viajé a Chiapas, mi amiga Maria Antonieta Castillejos, que varias veces ha mandado apoyos económicos para el mimo, me preguntó por él y también me dijo que conocía a Pactú. “Es más, déjame buscar un álbum de fotos, parece que sé dónde está”.

Entró a su casa y sacó un álbum. Lo abrió y extrajo una fotografías decoloradas en donde aparece el mimo Pactú actuando para su hijo y para un grupo de adultos. En otras está sin maquillaje junto a un hombre joven llamado Luis Ascari Lazos Becerra.

Fue raro verlo joven, con sus ojos vivaces, con su sonrisa franca, ajeno, como siempre ha sido, como viviendo en otro tiempo y lugar; tenía todos sus dientes en su sitio y el derrame cerebral no le había hecho un nudo las palabras en su boca hasta casi enmudecerlo. En aquella época la vida, que a veces es un perro con rabia, no lo había revolcado.

Cuando le mostré las fotos a Ana Laura me contó que conoció al mimo en Tuxtla Gutiérrez en 1997-1998 en un restaurante denominado La Carreta; allí se ganaba la vida haciendo y vendiendo figuras con globos (globoflexia).

Ana Laura también relató que Pactú le había comentado que quería una novia, pero que las mujeres no le hacían caso. También le confesó que su familia vivía en la Ciudad de México, pero que no tenía contacto con ella.

“Recuerdo que iba de mesa en mesa vendiendo sus figuras hechas con globos, y escuché como una tipa le gritó: ¡Ay qué asco! Yo dejé de ir a ese restaurante donde él vendía sus figuras y nunca lo volví a ver”.

Luis Ascari Lazos platicó que en esa época el mimo era muy popular entre los chavos y andaba de acá para allá en las fiestas y reuniones:

“Mi papá le rentaba una cuarto en la azotea, ahí vivía el mimo. En una ocasión le robaron todo, sólo le quedó un buró. Debía renta y quería dar el mueble por la renta y no se lo recibieron pero tampoco le cobraron”.

Según ha contado él mismo, nació el 6 de enero de 1960, en la Ciudad de México, donde vivió gran parte de su vida; después se fue a radicar a Tijuana 30 años; de ahí llegó a Cuernavaca durante el sexenio de Lauro Ortega, aunque después volvió a viajar fuera de la ciudad (incluso fue a España) y luego regresó a Cuernavaca hace doce años.

El mimo es un tlacuache, sobrevivió al sismo del 19 de septiembre de 2017, andaba en la calle a esas horas y no le calló ningún edificio encima.

El 14 de febrero de 2018 tuvo un derrame cerebral (“accidente vascular cerebral isquémico”), amigdalitis aguda e hipertensión, motivo por el que el doctor Rodolfo A. Arriaga González le extendió una receta médica que el artista de la calle no pudo pagar, pero que sus amigos surtieron. Se repuso.

A finales de septiembre el “señor del silencio” avisó a algunos de sus fans que se había salido del cuarto que le prestaba un familiar suyo y ahora ya vivía en uno de los hoteles (de mala muerte) de Aragón y León, donde pagaba a diario 135 pesos y tenía agua caliente y televisión. Dos semanas después alguien lo vio dormido en la calle: llevaba tres días pernoctando en la vía pública, cerca del Palacio de Cortés.

El 12 de octubre vieron a Pactú en el Jardín Juárez. Una mujer del DIF lo estaba entrevistando, querían saber si tenía familiares que se hicieran cargo de él. Los amigos solidarios le pagaron una habitación en un hotel, consiguieron medicinas y un restaurante le ofreció al menos una comida diaria; esto, mientras el DIF investigaba su situación.

Por las redes sociales, la gente que siempre lo ayuda se puso de acuerdo para abrir una cuenta de ahorros para depositarle algo de dinero mientras se conseguía acceso a un albergue para que se le diera la atención adecuada.

Dos o tres días después, alguien, por medio de un post en Facebook, aseguró que ya estaba viviendo en casa de un familiar suyo, hecho que fue confirmado por el mimo, a quien se le vio de nuevo, por el centro, ahora sin maquillaje y muy flaco.

Un mes después “escapó de su familia” (así lo dijo él mismo) y regresó a las calles a trabajar presentando su espectáculo de mímica. También se consiguió un cuartito en un hotel ubicado en la calle Arista en donde vive actualmente y cuyo alquiler es pagado por sus amigos y conocidos.

Pactú ha sobrevivido al coronavirus. La gente que lo ha adoptado le regala cubrebocas y micas para que se proteja de la microscópica amenaza y todos los días desde las 8 de la mañana anda por el centro de Cuernavaca recogiendo lo que le regalan y retando al tiempo, a la muerte, a las enfermedades y a todos los virus habidos y por haber.

Es un misterio el hecho de que siga de pie con las enfermedades que padece y alimentándose con una coca cola y un cigarro por la mañana, y lo que le regalen en el almuerzo y en la comida.

El miércoles 6 de enero de 2021 Pactú (en náhuatl piedra que arrastra) o Francisco José Helguera Díaz, el mimo, va a cumplir 61 años de vida. No faltará alguien que le obsequie un pastel, un desayuno, una comida, unas monedas o una felicitación sincera por motivo de su cumpleaños.

 

 

 

 

 

 

 

 

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