La doctora Mara Lizbeth Gutiérrez Gutiérrez, galardonada por luchar en la primera línea contra el covid, expresa sus sentimientos de impotencia ante las personas que se exponen a la enfermedad.
Mara Lizbeth Gutiérrez Gutiérrez ha vivido los últimos siete meses con sentimientos mezclados entre la satisfacción del deber cumplido y la incertidumbre, el miedo, la angustia, impotencia y preocupación. Este viernes se asomó el orgullo, la alegría. Ella es una de las cuatro profesionales de la salud de Morelos, que recibieron la presea “Miguel Hidalgo” por su labor en la lucha contra el covid-19.
A sus 32 años de edad y nueve de ejercicio profesional ha tenido que enfrentar la pandemia desde la primera línea de batalla. Como especialista en Medicina Familiar, a partir de que se registró el primer caso de coronavirus en México se mantiene laborando en el módulo respiratorio de la unidad médica familiar, ubicada en el Hospital Regional número uno del Instituto Mexicano del Seguro Social en Cuernavaca.
Con la medalla en la mano, dice que este reconocimiento no es sólo para ella, sino para todos sus compañeros, médicos, enfermeras, camilleros, personal de cocina, de limpieza y demás equipo de la institución.
El rostro de la doctora cambia cuando se les pregunta qué siente al ver gente en la calle que no toma en serio esta enfermedad y ni siquiera usa cubre bocas. “Mucha frustración, nos sentimos cansados, frustrados. Algunas personas todavía nos dicen que esto no existe, que es invento del gobierno para parar la economía del país. Escucho muchas versiones día con día, pero ya lo hemos visto, que una semana después regresó el mismo paciente ya contagiado, pidiendo ayuda, pidiendo perdón, para pedir que le demos una atención de calidad. Jamás vamos a negar esa atención, el instituto me enorgullece, su misión es ayudar, y la actitud positiva la tenemos, pero si la gente no nos ayuda no vamos a avanzar”, respondió.
Para la joven profesionista es preciso que la gente sepa que no debe dejar de cuidarse, porque durante la epidemia “nunca hemos estado en una estabilidad que nos diga que el virus vaya a bajar, por eso la insistencia de que nos estemos cuidando y no bajemos la guardia”.
Mara Lizbeth expone que la suya es la historia de miles de profesionales de la salud que están atendiendo pacientes con coronavirus por vocación, no sólo porque es su trabajo y porque reciben un salario.
No son mitos urbanos de doctoras o enfermeras que parecen lejanos, son personas que trabajan en esta entidad, que siente coraje y desesperación: “esta pandemia ha ido un parteaguas para el personal médico. Hemos perdido compañeros que han sido maestros, actualmente tenemos cuatro compañeros que han fallecido por esta enfermedad. Nos han dejado una herida muy profunda; quizá alguna persona no comprende lo que es estar detrás de un hospital, con un equipo de protección de 12 horas; tenemos que sobrevivir a la falta de oxígeno; nosotros vivimos la desesperación de ver a un paciente cómo está muriendo y que sus familiares no pueden acompañarlo. Si no les conmueve será porque no han tenido un caso personal, algún familiar, y esperemos que nunca les pase. Pero es real”.
La doctora Gutiérrez sostiene que a pesar del miedo, está convencida de continuar con su trabajo. Su madre murió por un cáncer, cree que esto le dio fortaleza para seguir en la profesión médica, que comenzó por su deseo de ayudar a la gente. “Cuando estudiamos esta carrera nos preguntan por qué y siempre hemos dicho que por ayudar, ahora se nos viene este reto y es el momento. Sí estamos expuestos a que podemos perder la vida por ayudar, saber que quizá no volveré a casa, no veré a mi familia, pero me mueve mi sentido humano. Cuando todo esto termine, no tenemos que ser más exitosos. Sencillamente, debemos ser más humildes y definitivamente más humanos”.