Jiutepec.- Luis Octaviano Díaz tiene 66 años, es sastre y desde hace tiempo ha dedicado su vida al rescate de animales.
Actualmente sostiene una batalla contra el cáncer y a esta lucha se suma que debe enfrentar la emergencia sanitaria que se vive en el estado y en el país en general a causa de la pandemia por covid-19.
Luis padece cáncer de riñón, pero le ha avanzado a los huesos. Ello ha mermado seriamente su condición física.
Aunado a lo anterior, no cuenta con seguridad social que le permita darle un tratamiento a su enfermedad y el deterioro de su salud le ha impedido trabajar.
Ahora también debe lidiar con la poca actividad comercial que hay en la actualidad. Ante esa situación, se le dificulta hacerse de recursos.
El hombre es vecino del municipio de Jiutepec; tiene su domicilio en la calle Paraíso –sin número– de la colonia Paraíso, en el poblado de Tejalpa.
Habita una casa que está levantada a base de tabicón cuyo techo está construido con lámina de asbesto.
Diríase que vive solo; sin embargo, en el predio se destacan un patio y algunos cobertizos donde suelen dormir sus acompañantes: 25 gatos, 18 perros, cinco patos, dos guajolotes e incluso un borrego.
Dichos animales han sido rescatados y criados por Luis Octaviano, quien, dadas sus condiciones, no ha podido laborar para seguir manteniendo a sus compañeros de vida.
Esta situación lo ha orillado a buscar ayuda; antes de la declaratoria de emergencia sanitaria acudió a albergues con la esperanza de que pudieran recibir a algunos de sus animales. Sin embargo, en ninguno tuvo éxito.
También ha recurrido a personas que estén en condiciones de adoptar a alguno de sus compañeros, pero no ha tenido buenas experiencias.
Por ese motivo, Luis apela a la solidaridad de la ciudadanía con el objetivo de recibir algún tipo de donaciones, ya sea en especie –croquetas u otro alimento– o económica –vía depósitos– para sobrellevar las batallas que libra por las complicaciones de su salud y por el impedimento de salir a trabajar.
En este sentido, el hombre se dice preocupado por el futuro de sus compañeros, pues teme que llegue el momento en el que esté imposibilitado de realizar cualquier actividad física y, con ello, tengan que dormir a sus acompañantes o dejarlos a la deriva.