Papás, mamás, hermanos, tíos, y demás familiares (y público en general) de los nuevos empleados acudieron a la apertura de la nueva cafetería del proyecto Resiliente.
Visiblemente emocionados, con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos Deborah Macedo y Marco Santos, cofundadores del proyecto y egresados de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) presentaron a los trabajadores y a las personas con las que se tuvieron que coordinar y que ayudaron a que este espacio se hiciera realidad.
El negocio será atendido por cinco jóvenes con discapacidad intelectual y cuatro personas sordas, y funcionará de 9 de la mañana a 9 de la noche, de martes a domingo en la parte alta del cine Morelos, ubicado en la avenida del mismo nombre.
En la presentación, Marco Santos explicó que ésta es la tercera cafetería social que abren: hay una en Jojutla, otra en la Facultad de Artes de UAEM y ésta del Cine Morelos, y todas sustentan un proyecto social.
Explicó que en el caso de la cafetería Jojutla, con ella se organiza, financia y provee un comedor comunitario para 60 niños jornaleros en el municipio de Xochitepec. Para los que conocen las galeras hay una situación precaria en todos los sentidos, no hay una sola área en la que no haya una condición social deplorable.
En sesenta años de vida de estas galeras, sólo dos de sus ocupantes han llegado a la universidad y en este proyecto de comedor se decidió atender en primer término la alimentación, para después enfocarse en otros temas más profundos, dijo Marco.
“Últimamente los negocios presumen que parte de su filosofía es que son de comercio justo, mercado verde, producto orgánico, pero muchas veces eso no es real, en nuestro caso, cuando nos compras algo o usas nuestros servicios siempre hay una cadena de beneficiarios reales”, puntualizó.
Deborah Macedo por su parte explicó que hubo muchísimas dificultades que debieron sortear para abrir esta cafetería del cine Morelos.
Afirmó que en este proyecto en particular, cuya finalidad es que la sociedad tenga una cultura inclusiva de las personas con discapacidad y que éstas puedan ejercer y disfrutar un empleo digno, que les permita subsistir, se tuvo que capacitar al personal porque no sabían cómo funcionaba una cafetería, la preparación, las mezclas, etcétera.
“En el Centro de Atención Múltiple (CAM) se tuvo que capacitar a los chicos específicamente para que realizaran trabajos en esta cafetería. Ahí existen talleres donde los muchachos se capacitan pero no había nada relacionado con lo que se requiere para una cafetería. Y es muy importante porque poquísimas empresas dan empleo a personas con discapacidad”, explicó.
También dijo que cuando la cafetería esté trabajando al cien por ciento los clientes podrán ordenar en lenguaje de señas y habrá menús en braille.
“Algo que nos han objetado es que esta cafetería se encuentra en un lugar inaccesible para personas con sillas de ruedas. A esto se responde con el hecho de que nosotros no somos fundación Slim, no tetemos dinero, para construir un elevador; contamos con poco presupuesto para poner una cafetería digna y poco a poco iremos elevando nuestro nivel de atención y servicios”, afirmó.
En la cafetería también se podrán encontrar productos como galletas, pasteles, dulces y demás mercancía elaborada por personas con discapacidad, que será vendida directamente por los propietarios y el dinero será para ellos, para quienes elaboran el producto, sin cobro alguno por espacio dentro del negocio.
Después de todas estas palabras, de muchos aplausos y emociones, los muchachos discapacitados y los fundadores cortaron el listón para que la cafetería comenzara a funcionar.
En la espalda de las playeras negras de las chicas que atenderían las mesas, se podía leer una consigna: “si me tardo, recuerda que estoy haciendo mi mejor esfuerzo”.