Tlaquiltenango.- Un alebrije gigante representará por primera vez a Zacatepec y Tlaquiltenango en el “13º. desfile y concurso del alebrijes monumentales”, organizado por el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México, el 19 de octubre de 2019.
El animal se llama Xolotzin y es de aproximadamente dos metros y medio de alto por cuatro de largo y representa la metamorfosis de Xóloitzcuintli, el perro que acompañaba a los humanos hasta el mundo de los muertos o Mictlán.
En un taller localizado en Tlaquiltenango, Esmeralda Pozas y José Luis Ríos, integrantes del colectivo “Zacatlaqui”, relatan que están construyendo a Xóloitzcuintli y que en él sintetizarán el viaje que realiza Xóloitzcuintli de regreso, después de que ayudó a una persona a cruzar el río: tiene la cabeza del perro, pero como pasa por el agua su cuerpo tiene forma de pescado; también llevará unas alas…
Ayudado por Meritxell Crespo, Germán Guevara, Edgar Castrejón, Lucila Martínez y Omar Herrera, el animal mítico avanza; son muchas manos aunque no las suficientes, con más ayuda podrían acabar más rápido.
Los muchachos relatan que con mucho esfuerzo y recursos que fueron consiguiendo entre sus vecinos pudieron continuar con la edificación de la pieza: varillas de una construcción destruida por el sismo de 19 de septiembre de 2017 sirvieron para soportar al gigante; en una mesa hay latas de aluminio, trozos de cartón y papel de estraza, aerosoles, pinceles, pinturas abiertas…
José Luis Ríos relató:
“Fui a pedir ayuda al ayuntamiento de Zacatepec, me entrevisté con un funcionario de cultura o de turismo y me la negaron: les expliqué el proyecto, mostré las fotos, todo el sustento, y pedí un apoyo; el funcionario me dijo que la construcción de un alebrije monumental que representara a Zacatepec era algo que no se había hecho y que por esa razón no podía haber apoyo de ningún tipo. La alcaldesa Olivia Ramírez Lamadrid (la misma que a mediados de abril de este año le puso su nombre a una calle en la colonia Poza Honda, ante el cuestionamiento de algunos regidores, porque aseguran que no cumplió con ciertos protocolos antes de nombrar las calles) no te va a dar ningún apoyo, menos si vas después de las 12 del día porque se pone de mal humor y ya no quiere recibir a nadie, me dijo el funcionario”.
Xolotzin nació un día que a Esmeralda se le ocurrió hacer su propio alebrije para participar en el Desfile de Alebrijes Monumentales en la Ciudad de México, al que había asistido como espectadora y como ayudante de otros colectivos de cartoneros. De profesión artista visual y poseedora por un gusto particular por el cine, aficionada a las artes populares, admiradora del trabajo de los cartoneros y el mundo visto a través de los alebrijeros, Esmeralda emprendió su aventura sin detenerse a pensar mucho en el desinterés de las autoridades para el arte: fueron a solicitar apoyo a las autoridades de Tlaquiltenango pero también le negaron ayuda, le dijeron que no había recursos para eso, aunque insistió en que ya tenía en la mano su inscripción en ese evento en donde el alebrije representaría a Tlaquiltenango y a Zacatepec, en una fiesta de más de 200 piezas de toda la república mexicana y con miles de espectadores y visitantes. “No hay dinero”, respondieron, sin que escucharan que sólo quería una mínima colaboración.
El 4 de octubre de este año, en su muro de Facebook Esmeralda pidió auxilio, de cualquier tipo, en manos o en especie, material, pintura, algún pincel para seguir formando al alebrije que “les fue exigiendo mayor tamaño, materiales y forma”, ya que aquello que comenzó como un proyecto de un xoloescuintle se convirtió en un ser con movimiento.
Los integrantes del colectivo Zacatlaqui esperaban mucho de las autoridades de Zacatepec y Tlaquiltenango:
“Teníamos la esperanza de que las nuevas autoridades tuvieran la apertura para trabajar de una manera diferente, lo hicimos de la manera más directa presentando oficios con fotografías y el escrito tal cual, explicando que éramos un colectivo pero no hubo la respuesta que esperábamos, sí hubo cierto interés de la gente de en medio pero ya de la gente que le toca tomar las decisiones no hubo interés”, comentó Esmeralda Pozas.
Pedro Linares López, un artesano, creo los alebrijes y el termino. Tenía como treinta años edad y estaba enfermo, tenía fiebre y soñó a un burro con alas de mariposa, un gallo con cuernos de toro, un león con una cabeza de águila. No pudo olvidar ese sueño y construyó esos seres imaginarios. Pedro Linares recibió en 1990 el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría Artes y Tradiciones Populares y murió a los ochenta y seis años de edad.
En Morelos, uno de los artesanos que ha trabajado estas piezas gigantes es el maestro Alfonso Morales Hurtado, cuyo trabajo se distingue por integrar a los alebrijes iconografía de Morelos y fauna y flora de la región.