A él le gusta que le digan lo valiente que es para soportar el dolor, aguanta sin chistar y a veces hasta se duerme mientras lo están rayando.
Raúl Iván Sámano Rendón es un guerrero de 26 años. Tiene como 20 tatuajes, todos son sus favoritos, en el pecho le ha dolido más, y el que ha tardado más es el del estómago. No escoge sus tatuajes, sólo se le viene a la mente y pide que se los hagan. Le gustan los payasos, los cholos, las letras, las armas y también tiene retratos de sus familiares. A Iván, le gusta que le digan lo valiente que es para soportar el dolor, aguanta sin chistar y a veces hasta se duerme mientras lo están rayando.
El jueves 3 de octubre el maestro Spider lo esperaba en su estudio. Iván llegó a eso de las 3 de la tarde, su papá lo llevó en un taxi y también lo acompañaba su mamá.
Lo llevaron en silla de ruedas. Su jefe lo dejó acompañado por su esposa y dijo que regresaría tres horas después.
Desde hace tres años se quebró las piernas, desde entonces no puede caminar, antes andaba con sus muletas y algunas veces trabajaba vendiendo chicles, le gustaba, pero desde que tuvo las fracturas de piernas ya no camina, relató su mamá.
Spider lo recibió y le preguntó qué tatuaje quería, Iván le enseñó la caricatura de un cholo de cuerpo completo, haciendo señales obscenas con los dedos medios de las manos; el cholo se parece a un rapero que Iván admira y que se llama El Pinche Mara.
En mayo del año pasado, el músico se presentó en The Pit Foro Multidisciplinario, en esta ciudad, e invitó a Iván a su tocada. Desde entonces son broders. En el video del Pinche Mara “Siendo sincero”, sale Iván en el concierto y en la escena de una plática en la que el cantante le da un disco.
-Lo acompañamos al concierto, estaba fascinado, ahí entre la humazón andábamos, salimos mareados, pero lo acompañamos y le se la pasó muy bien con su amigo el Pinche Mara -platica su mamá.
Sipder lo tatuó en el pecho, sentado en su silla de ruedas porque Iván no puede acostarse mucho tiempo, tiene un tumor que le impide respirar correctamente por la nariz, respira por la boca.
En el pecho, cerca del corazón, donde se localiza un tatuaje de su hermana, Sipder comenzó a realizar el dibujo en blanco y negro, al estilo clásico. Iván sólo reclinó la cabeza hacía un lado y dejó que el artista trabajara.
-Creo que a mí me da más dolor cuando lo están tatuando, mírelo, él como si nada. Le gustan mucho los tatuajes, desde hace días que le dijo Spider que lo iba a tatuar anduvo ansioso, todos los días quería que ya lo tatuarán. Iván tiene dos hermanas, una de ellas también tiene tatuajes, y también es muy fuerte, no le duelen las agujas.
La mamá de Iván relató que desde que era muy pequeño comenzó a sufrir de los riñones, con el tiempo esta enfermedad le complicó la vida y poco a poco le fue disminuyendo movilidad. En la actualidad va cada tres días a que le pongan hemodiálisis.
-Mi esposo es chofer de taxi, yo me gano la vida vendiendo ropa y chácharas que me regalan y los vendo en los tianguis, en Xoxocotla y en Chamilpa, a donde a veces me llevo a Iván. Con lo que sacó me alcanza para pagarle algunas cosas que necesita, como pañales, o cosas que me pide, que se le antojan. Le gusta mucho la música, anda con su bocina y su Tablet, para escuchar y ver sus videos. Y también le gusta tatuarse, luego allá le anda enseñando sus tatuajes a las enfermeras, es coqueto -contó su mamá, que permanecía cerca de Iván mientras Spider acababa el cholito en el pecho.
-Mira, campeón, ¿cómo ves? –le dijo Spider poniendo un espejo frente a él.
Iván quedó viendo su nuevo tatuaje con asombro. Detrás de sus gafas negras de rapero se podía observar que la ansiedad por recibir aquellas líneas en su cuerpo había valido la pena.