A partir de hoy podremos dialogar en esta columna cada viernes. El título es elocuente, me interesa compartir con mis lectores y seguidores algunos aspectos del oficio de escribir, que muchas veces no tiene que ver con escribir, sino con mil cosas más.
Vivir de escribir, ser un artista profesional sí es posible, a pesar de lo que creía mi familia hace veinte años. La vida me lo ha demostrado o viceversa, pero es así. Puede ser complicado, pero también muy provechoso.
Entonces no escribiré desde el reproche sino desde la propuesta, la experiencia y hasta la esperanza. Intentaré evitar los lugares comunes, lo que no prometo es ser objetivo, ya que no me es posible, es decir, cuando uno habla desde su propia experiencia, se centra uno en su punto de vista y eso resta objetividad, así que mejor ser claro. Lo que sí ofrezco es ser honesto, uno de los valores que más he buscado seguir en mi vida.
No sé si decidí ser escritor o fue algo azaroso en mi vida, pero a partir de ese punto todo lo demás han sido decisiones propias. Y eso implicó la carrera universitaria que estudié, los trabajos y emprendimientos de los que he vivido, el círculo social con el que me relaciono y hasta mis lugares de residencia.
Ser escritor sí es un oficio, sí es una profesión y sí es un estilo de vida. Es algo que abarca todos mis ámbitos, desde lo espiritual hasta cómo enfrento temas como la paternidad, la educación, el tiempo libre, la comida.
¿Por qué escribo? Esa es una pregunta aún más compleja. En mi caso, no escribo por necesidad, sino por placer. Especialmente porque siempre me ha interesado conocer, aprender, mejorar y el arte de la palabra escrita me permite dialogar con mi entorno, así aprendo, comparto y puedo ayudar a otros.
El oficio de escribir implica muchas otras cosas, de ahí que esta columna puede ser enriquecida con lo más amplios temas. Por ejemplo, la escritura en sí misma ya es toda un área a desarrollar. Pero también publicar, que casi siempre representa un reto para cualquier autor.
También hay otros aspectos internos aún sobre los cuales escribir: géneros literarios, por qué unos y no otros; temas de las obras; construcción de personajes; investigación y lectura; orden y disciplina al escribir; cómo planear y administrar una obra literaria; cuándo poner punto final a un libro.
Todo esto es algo más personal de ser escritor. Mucho de nuestro trabajo como creadores se desarrolla en un entorno solitario, frente a uno mismo, con los miedos y dudas, las esperanzas y deseos propios. Aquí hay mucho de lo que puedo compartir y quiero hacerlo solo si considero que puede ser de interés del lector y quizás de alguno que otro escritor.
Hay otro trabajo que se realiza de puertas hacia afuera, el trabajo público del escritor. Esto comienza con visitar editores o revistas, pero continúa de forma más amplia cuando nos enfrentamos al público. Aquí mi experiencia también ha representado grandes retos y uno que otro problema.
Esa parte pública puede ser más problemática que escribir en casa cómodamente, aunque me parece necesaria y justa para nuestros tiempos. Como escritor, convivo cotidianamente con personas de medios de comunicación, editores, otros escritores, impresores, diseñadores y una serie más amplia de profesionistas.
Asimismo, convivo con lectores, algo siempre gratificante. Es ahí donde el círculo de mi obra se cierra, quizás. Cuando platico con aquellos que ya leyeron o que van a leer mi obra. Cuando me enfrento a su comentarios y preguntas.
¿Por qué “un escritor en problemas”? Porque el oficio de escribir es ante todo un reto, no una solución. Porque mientras más me enfrento con dificultades, mejor las soluciono y más avanzo como persona y autor. Porque muchos de mis problemas no me los busqué yo, pero en muchos otros me metí por decisiones. Yo me arrepiento de los resultados que he tenido. A mis 40 años estoy contento de ser quien soy y de poder compartirlo con otras personas, como ustedes.
@DanieloZetina