Alpuyeca.- De acuerdo con el maestro juguetero Álvaro Santillán, en su origen muchos juguetes fueron armas o instrumento de tortura, es el caso del balero, es una maza de guerra y es europeo, servía para lastimar al contrario; o el trompo, en su origen, era un arma china que se arrojaba envuelto en fuego al enemigo para quemarlo o quemar los pastizales; o la rueda de la fortuna, que se usaba para destrozar a estirones a los condenados, explica Álvaro Santillán, maestro juguetero, quien junto con Jazmín Juárez se han dedicado al rescate y preservación del juguete artesanal de México y fundaron hace más de 30 años el Taller Tlamaxcalli.
Álvaro Santillán explicó que el juguete popular se ha ido perdiendo, pero en buena medida, la preservación de éste se lo debemos a los pulqueros y a los cantineros: “Hace muchos años había en las pulquerías el apartado de ‘Damas’. Las mujeres llegaban a tomar pulque y llevaban a sus hijos pequeños. Los dueños o encargados de las pulquerías compraban juguetes baratos en los mercados y los llevaban al local para que mientras la mamá tomaba pulque, el pequeño se entretuviera. “Es como la cajita feliz de McDonald’s”, aseguró.
“Otra fuente de los juguetes artesanales son los documentos que hay en el Archivo Casasola, que contiene imágenes de México desde 1900 hasta la década de 1970; en ellas se pueden observar a hombres, mujeres y niños con juguetes que se usaban en aquella época y nosotros los jugueteros artesanos los hemos reproducido y los hemos rescatado. Hay una fotografía muy emblemática de un hombre borracho y junto a él un niño que sostiene un juguete y con él le está hablando al hombre inconsciente”.
Álvaro fue invitado por los directivos de la Escuela Primaria 17 de Abril de 1869 a su clausura de fin de curso, en el que se graduaron alumnos de sexto año y el juguetero relató que fue a la escuela.
“En lugar de regalarles lo común y corriente, traigo un juguete artesanal para dar a cada chico o chica graduada. Cuando el niño lo tenga en sus manos y lo lleve a su casa, sus papás y abuelos se van a acordar que ellos jugaron con esa pieza, y entonces sirve como una forma de relación entre el abuelo, el papá y el hijo a través de historias que los familiares vivieron a partir del juguete”.
El juguetero dijo que planteó a la directiva un taller de juguetes, con la idea de que el niño de sexto año no sólo sepa jugar con él sino pueda fabricar un juguete con fines comerciales, ya que una de las características de los juguetes artesanales es que el material que se utiliza es económico.
Álvaro dijo que el artesano debe ser una persona digna. Muchas personas se ponen en las salidas de las iglesias, son revendedores o artesanos que causan lástima, y no se trata de eso.
“Hoy trajimos juguetes que se fabricaban y nacieron en Morelos, los niños jugaban en la época de Zapata como el chintete o lagartija, un juguete que brinca. Trajimos boxeadores, trepatemico, víboras de madera, calambrinas”.
“Las calambrinas. En la época de la Revolución, en Tlalpan, se asentaban las casas ricas, ellas trajeron la electricidad. Los ropavejeros, cuando la resistencia se fundía, los ropavejeros las recogían y con un poco de barro y pintura y las resistencias nacieron las calambrinas, que son changos que se mueven. Ahora, una resistencia de una parrilla te cuesta 10 pesos y un poco de yeso y pintura; con una haces tres calambrinas”.
Durante su presentación en la ceremonia de clausura de cursos de la escuela primaria, el maestro Álvaro Santillán enseñó un trepatemico y muchos padres de familia y abuelos dijeron que ellos habían jugado con él cuando eran niños. También sacó una víbora de madera y, ante la sorpresa de todo el mundo, reveló que ese juguete se había inventado en Zacatepec el siglo pasado.