Sociedad
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“Revisitado” o la poesía de las cosas, de Ernesto Marenco

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Ciudad de México. En el Museo de la Cancillería, ubicado en República del Salvador número 47,  en el Centro, se encuentra la colección denominada “Revisitado” de Ernesto Marenco.

Se trata de setenta objetos cotidianos o usuales, pero que han sido alterados o modificados o intervenidos.

Según Santiago Espinosa de los Monteros la existencia de estos objetos: “nos deja en jaque reacomodando las cómodas referencias ya aprobadas. Alteran incluso las leyes de la física más elemental. Lo contradictorio ahora es lógico. La vocación de las cosas sigue presente; un cepillo sigue siéndolo, un martillo también y hasta una cuerda para saltar conserva su razón de ser y su utilidad. Las pequeñas alteraciones y sustituciones que han sufrido están, sin embargo, en total consonancia con algunas de las semillas que en su momento fueron las simientes del surrealismo.”

Explica que Marenco ha sabido seleccionar cada uno de los objetos con los que ha trabajado. Se trata de piezas sin tiempo, con vigencia total y atadas a su origen primigenio. De ahí que nuestra relación con ellas sea inmediata, aunque nuestra permanencia en cambio resulte una batalla por contrastar las funciones originales del objeto contra las nuevas atribuciones que le han otorgado.

En su oportunidad, el escritor Guillermo Samperio dijo sobre la obra de Marenco (Adriana García, El Universal Lunes 28 de agosto de 2000): “enuncia el contrasentido al evadir funciones. El mundo al que pertenecen los objetos insólitos presentados sólo puede ser habitados por seres inauditos cuyas acciones son representaciones hechas de los sueños. Una de las estrategias del artista es traspasar las características de un usuario supuesto como el ejemplo fantástico de ‘Inmaculada resortera del Santo niño de Atocha, que en vez de liga tiene un rosario. La obra revela la poética de los objetos, proceso similar a la metáfora. Encontrar las formas comunicantes de procedimientos análogos entre diferentes campos es un misterio, del cual percibimos un destello al ver la obra de Ernesto Marenco y conectarla con su título”.

 

Más allá del objeto

Ernesto Marenco interviene cosas para provocar emociones a veces desconocidas.

Zapatos, martillos, cuerdas, cepillos o brochas aparecen ante nosotros como objetos dentados o cosas que se burlan de nuestras preconcepciones.

La naturaleza de las cosas es servir para algo y por un tiempo determinado; cumplida la tarea y el tiempo se van a la basura o son destruidos, sin embargo, cuando Marenco las modifica prolonga su existencia: siguen siendo objetos, pero su naturaleza es otra: la vuelve un tercer objeto, las ancla en la memoria o en las emociones o sensaciones. Incluso, las vuelve “contraobjetos”, como es el caso de un cepillo para “masajear” con filosísimas puntas, denominado “Cepillo para desintoxicar el cuerpo”.

El interior de las construcciones marenqueanas es muy similar al mecanismo blando y vivo de los grandes versos barrocos: Si Quevedo (“A Roma sepultada en ruinas”) endecasilábicamente ordena: “¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,/ huyó lo que era firme y solamente/ lo fugitivo permanece y dura!” Marenco construye “La casa del poeta” (2013), un laberinto escheriano de color negro habitado por un huevo.

“Algunas son imágenes que me llegan, otras surgen de la poesía. El arte total es la poesía. Yo soy un poeta, pero que en lugar de escribir poesía la materializo, escribo con cosas”, aseguró durante la inauguración de Revisitado.

Desde el año 2000, la obra de Marenco no había regresado a México. Ahora se le  puede visitar en el Museo de la Cancillería desde el 31 de mayo al 1 de julio de 2018; luego las “cosas en fuga” irán a Querétaro, el 6 de julio con el título: Ernesto Marenco: La verdadera historia de los objetos.

 

Marenco en síntesis

En una reseña, José Antonio Calderón escrito una breve ficha de Ernesto Marenco en donde se lee:

Ernesto Marenco nace en la Ciudad de México en 1960. En 1980 ingresa al periódico Unomásuno y es miembro fundador del semanario Tiempo Libre, donde permanece como reportero de cultura hasta 1990, mudándose posteriormente a la ciudad de Cuernavaca.

En 1982 se recibe como museógrafo por la Escuela Nacional de Conservación y Museología del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). En 1990 es miembro de la International Council of Museums (ICOM).

De 1991 a 2001 fue director de Artes Visuales y Museografía en el Museo Jardín Borda/Casa del Emperador Maximiliano de Austria del Instituto de Cultura del Estado de Morelos en Cuernavaca. Y en la misma ciudad, en 1994, fundó el Centro de Expresión Cultural (CEC) y la primera galería de arte contemporáneo Anima-Lote.

En 2002, traslada su residencia a Estados Unidos, radicando en Chicago y permanentemente en Houston, Texas, donde establece se propio espacio de producción artística y de Restauración y Conservación de Arte.

Desde la década del 80 ha realizado portadas para diferentes casas editoriales: Joaquín Mortiz, Planeta, CONACULTA, INBA, así como para diversas universidades: UNAM, UAM y UDG. Cuatro publicaciones destacan su obra personal: Reliquias de lo Nuevo/ Instituto Cultural Cabañas (FONCA). Guadalajara, Jalisco, México. El objeto no es inocente/ Galería de Arte Mexicano (GAM). CDMX, México. Donde se origina el arte/ El Aire, Centro de Arte/ Origina. CDMX, México, y Ernesto Marenco (Libro Retrospectivo), Objetos/Objects, 33 Contemporary Gallery. Chicago, Illinois, USA, vista en América, Europa y Asia.

“En los años ochenta armé la primera generación de artistas contemporáneos y de arte joven, ya que en aquella época sólo existía el paisajismo imperante por la escuela de Jorge Cázares Campos, el mediocre nivel del Instituto Regional de Bellas Artes o artistas modernos, con abstraccionismos y geometrismos tibios de los sesenta y setenta retirados a Morelos. En esta primera generación de artistas contemporáneos destacaron Arturo Valencia, Morgan Santander y Ernesto Ríos, quienes optaron por irse al extranjero a desarrollar su carrera; u otros, como Cisco Jiménez, se quedó en Cuernavaca. De la segunda generación es un orgullo destacar el trabajo internacional cinematográfico de Hatuey Viveros o el trabajo fotográfico de Jano Mejía, quien radica en Nueva York hace años. Y también el trabajo fotográfico de René Torres Escoto, a quien apoyé para exponer en Chicago su nueva serie Los Nuevos Reinos”, puntualizo Ernesto Marenco.

 

 

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