Para Ricardo Ravelo (Veracruz, 1966) cada día es más peligroso ejercer el periodismo en México.
Así lo dio a conocer durante la presentación de “Los incómodos” (editorial Taurus), un libro (en tres tomos) en el que relata vida y hechos de cuatro gobernadores que constituyen una casta que utilizó el poder político y la confianza popular para satisfacer los más descabellados caprichos, vivir con escandalosa opulencia y cualquier tipo de excesos, gracias a los recursos de cada entidad: Tomás Yarrington de Tamaulipas, Eugenio Hernández de Tamaulipas, Javier Duarte de Veracruz y Roberto Borge de Quintana Roo.
Los riesgos para el periodista
Expuso que la represión y amenazas contra los periodistas en nuestro país obedecen al contubernio entre tres poderes que no quieren a la prensa crítica: el poder criminal, el poder político y el poder empresarial.
El crimen organizado y el poder político amenazan y el poder empresarial niega la publicidad, de tal manera que ningún medio de comunicación puede sobrevivir a eso, o dejan de publicar o desaparecen.
El papel de los periodistas hoy es muy valioso porque ahí donde el Estado no quiere investigar, entra el reportero a hacer el trabajo de denuncia.
El periodista, autor de nueve libros, explicó que aun cuando hay leyes sobre transparencia y fiscalización el reportero enfrenta a una cerrazón informática, un silencio oficial y tiene que luchar con sus fuentes.
El periodismo, una profesión clandestina y anónima
Desde hace algún tiempo el periodismo tiene un riesgo muy grave que lo hace una profesión clandestina y anónima. ´Yo te cuento, pero no me cites´, y el reportero llega a la redacción con información, pero sin fuente. ´Yo la voy a publicar, pero no la firmo porque es muy riesgosa´. Por eso se vuelve una tarea clandestina y anónima”.
Ravelo abundó en que siempre se ha hablado que entre los políticos y el periodista no puede haber maridaje:
“Hay un amasiato, nos dan información y publicamos, pero si por ellos fuera sería mejor que no existiéramos. Nos ven con desdén, con deprecio, nos quieren ahorcar y si pueden lo hacen, nos asfixian. Una voz que cuestione, que sea crítica, que informe a la sociedad, eso no les gusta. Si pueden, desaparecen al reportero, desaparecen al medio, eso ha sido la lucha de años entre el periodista y el político”, dijo el autor del libro “Narcomex. Historia e historias de una guerra”.
Los riesgos mortales
El autor de “Crónicas de sangre. Cinco Historias de Los Zetas”, explicó que todo trabajo periodístico tiene consecuencias, más cuando se ejerce con profesionalismo, con profundidad, y confesó que ha enfrentado amenazas de muerte:
“Me obligó a ausentarme un tiempo del periodismo. Me sugirieron salir del país. Alguien dijo ‘vete a Europa, escóndete’. Y como todos los periodistas, en aquel momento no tuve apoyo económico de nadie, de mi medio de comunicación de entonces tampoco porque quizá lo minimizaron o no entendieron la magnitud de lo que significa una amenaza de muerte. Lo que hice fue encerrarme en mi casa como dos meses y medio y me puse a escribir un libro que hoy se llama Narcomex, que fue premiado en Argentina”.
También recordó que Televisa manejó un infundio hacia su persona, cuando señaló que Sergio Barragán “El Grande” le había pagado a Excélsior y a él 50 mil dólares para que no publicaran ninguna información sobre su historial criminal.
“Todo eso fue orquestado por la Presidencia de la República, la Procuraduría General de la República, Televisa y Joaquín López Dóriga vienen referidos en el libro, ahí cuento la historia”.
Dijo que una amenaza de muerte descoloca psicológicamente, es algo que taladra. Y es muy lamentable, muy triste cuando un periodista es amenazado y no sabe qué hacer, no tiene apoyo de su medio, no tiene apoyo de nadie más que de sus familiares.
“A veces no nos queda más que abrazarnos entre amigos y familiares y lo único que nos alcanzan a decir es ‘cuídate’ o ‘escóndete’ porque no puede uno hacer absolutamente nada. Ninguna autoridad tiene capacidad de garantizarle a los periodistas seguridad, no se la puede garantizar a la sociedad en su conjunto, entonces yo entiendo estas circunstancias”.
Afirmó que para el periodista no hay más que de dos “sopas”: “o le seguimos o nos vamos, dejamos la profesión, y eso es muy válido”.
Algunos compañeros abandonaron la profesión porque no hay garantías, nuestros medios de comunicación no nos protegen, ganamos tres pesos por nota publicada, esto aunado a una inseguridad terrible. Se fueron del estado y, además, amenazados de muerte, dijo.
Y citó a uno de los fundadores de Proceso, Sergio Mata: “Quien ha encontrado el sentido de vivir también ha encontrado el sentido de morir por lo que vale la pena”.
Los géneros perdidos
Ricardo Ravelo habló de la desaparición de algunos géneros periodísticos en las revistas y periódicos.
Abundó en que hoy en México los diarios ya no explotan la crónica, el reportaje, hacen una nota larga y la presentan como una crónica, pero ésta tiene sus leyes.
Sugirió a los reporteros y a los estudiantes de periodismo que más allá de buscar una nota, detecten elementos para contar una historia:
“Si tenemos esos elementos se vuelve un texto más atractivo, puedes jugar con más de un género, con el ensayo, con el relato, con el reportaje, con la crónica; incluso llegar a esa frontera donde casi se funde lo que es periodismo con literatura, pero no confundamos, somos periodistas, no somos novelistas. Yo he visto muchos reporteros que quieren hacer periodismo y al mismo tiempo combinar herramientas de la literatura, está bien, hacer novela o cuento, pero no presentarlo como un texto periodístico”.
Desde su punto de vista, una historia para que sea completa debe llevar narración, descripción y diálogo, no importa que sea en primera o en tercera persona, sin calificativos.
“Tenemos que abrevar de historias, de lecturas, de cuentos, por ejemplo los cuentos y ensayos de Jorge Luis Borges, Gilbert Keith Chesterton, Truman Capote, y muchos otros, para hacernos de herramientas que enriquezcan nuestro trabajo periodístico”, concluyó.