El águila real, además de su inigualable belleza, destaca entre la fauna silvestre por la velocidad que alcanza al volar, sus músculos de gran fortaleza y excelente visión, características que la han convertido en un símbolo que sí bien cabe en una moneda, no cabe en el pecho del orgullo y la emoción.
Y es que, el águila real es parte importante de la historia de México, pues es una especie con un profundo significado mágico-religioso, distintiva de la cultura y símbolo de la bandera, escudo y moneda de nuestro país; sin embargo, esta ave extraordinaria y majestuosa se encuentra en peligro de extinción por la invasión del hombre en su hábitat natural.
En el parque temático Reino Animal, ubicado en el perímetro de áreas protegidas de Teotihuacán, en el Estado de México, José Luis González Mendoza, médico veterinario, comenta que en México quedan 100 parejas en vida libre y algunos ejemplares están bajo el cuidado del hombre.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) reporta 102 parejas reproductivas en 10 estados del territorio mexicano durante 2015 y, entre ellos, están Zacatecas, con 28; Durango, Baja California y San Luis Potosí, con 15, 10 y 10, de manera respectiva, y Coahuila, Guanajuato y Jalisco, con cinco, tres y tres.
“Hemos afectado bastante a la naturaleza, en especial el hábitat del águila, con nuestras actividades y el crecimiento de la mancha urbana. Es triste mirar que en México se esté extinguiendo”, enfatiza y, segundos después, añade preocupado que esa situación es también consecuencia de las prácticas ilegales relacionadas con la caza y el comercio.
A esto hay que agregarle la consecuente reducción en la disponibilidad de presas y sitios para anidación, la captura de ejemplares para uso de cetrería, el saqueo de huevo para su venta y la muerte accidental en los cables eléctricos.
Detalla que el águila real anida en árboles, acantilados o lugares muy rocosos de difícil acceso, de entre tres y 30 metros de altura, “pero el ser humano se la ingenia para llegar a ellos y llevarse los huevos o los pollos”.
Datos de la Conanp de 2015 revelan que en 10 entidades de la República Mexicana hay 284 nidos y, de nuevo, Zacatecas presentó un mayor número de sitios de anidamiento, seguido de Chihuahua, San Luis Potosí, Baja California y Durango
Mientras permanece de pie y, junto a él, una aguililla de Harris, el gerente de Fauna de ese parque explica a Notimex que el águila real (Aquila chrysaetos) es una especie cosmopolita, es decir, que habita en todo el mundo y existen al menos seis subespecies que viven en diversas zonas --áridas, semiáridas, desérticas, pastizales y montañosas con busques templados--.
La especie que habita en México es la misma de Estados Unidos, donde aún hay un número considerable de ejemplares, pero, insiste, la población en nuestro país ha reducido de manera drástica y la situación es alarmante. Por ello, está catalogada en la NOM-059-SEMARNAT-2010 como una especie amenazada.
Esta ave de presa tiene una envergadura de hasta 2.40 metros, lo que la distingue de las otras águilas grandes, y se caracteriza por su color café oscuro con tonalidades doradas en la cabeza y hombros.
Su dimorfismo sexual se expresa en la diferencia de peso y talla, de manera que las hembras son más grandes y pesadas hasta en 30 por ciento (3.8 a 6.6 kilos), en comparación con los machos que pesan entre 3.5 a seis kilos.
Esta diferencia de tamaño en la hembra, señala Christian Saúl Reyes Mendoza, encargado de Fauna Doméstica y Aves de Presa, es porque ellas deben cuidar el nido y cubrir los huevos y crías durante la temporada de frío, ya que el macho se convierte en el proveedor de alimento.
Comenta que la época de cortejo y apareamiento tiene lugar entre noviembre y enero, y durante ese tiempo puede verse un “espectáculo muy padre” en el cielo porque las aves vuelan en círculos y, al mismo tiempo, vocalizan e intercalan picados rápidos, ascensiones y persecuciones.
“La hembra baja para cortar ramas que después utiliza para hacer el nido y él suele llevarle una presa para impresionarla”, comenta a la vez que camina sobre un largo puente de madera rodeado de una enorme malla en color negro y, a través de ella, se puede ver volar a Inka, la primera águila real fundadora del Centro de Conservación Refugio Salvaje.
Así, después de tres meses de cortejo y mostrar su afinidad, la hembra llega a poner de uno a cuatro huevos y, tras 45 días de incubación, donde la hembra invierte hasta 80 por ciento de su tiempo para hacerlo, nacen las crías.
Fuente: Posta
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Hey
el hombre no cuida de sus reservas ni de las criaturas que… Compartelo!