Vida y Estilo

Hallan por qué los fumadores que dejan el tabaco ganan peso

Fumar reduce la ingesta de calorías, muy posiblemente porque regula los niveles de ghrelina, la consabida ‘hormona del apetito’

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Fumar es, como demuestran infinidad de estudios, muy negativo para la salud. No en vano, el tabaquismo es el principal factor de riesgo de mortalidad por cualquier causa. De ahí la importancia de no iniciarse en el hábito tabáquico. Y es que, además, su cesación posterior no solo resulta muy difícil para un gran número de fumadores. También conlleva un efecto ciertamente indeseable y peligroso para la salud: la ganancia de peso. De hecho, las personas fumadoras tienen un menor riesgo de obesidad que aquellas que evitan el tabaco. Y esto, ¿por qué sucede? Pues un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad Harokopio en Atenas (Grecia) parece haber encontrado el porqué.

Concretamente, el estudio, presentado en el marco del Congreso Internacional de la Sociedad Europea de Respiratorio (ERS) que se está celebrando en Londres (Reino Unido), muestra que fumar reduce la ingesta de calorías, muy posiblemente porque regula los niveles de ghrelina –la denominada ‘hormona del apetito’, cuyos niveles elevados hacen que sintamos hambre.

Como explica Konstantina Zachari, directora de la investigación, «en nuestro trabajo hemos encontrado que fumar tiene un efecto acusado sobre la ingesta de energía que podría estar mediado por las alteraciones en los niveles de ghrelina».

Desmotivador de peso

Las personas que dejan de fumar ganan peso, en ocasiones de una manera desorbitada. Un efecto no deseado que, sin embargo, no tiene un carácter irreversible. Aun así, son muchas las personas, principalmente mujeres, que continúan fumando para evitar este incremento de volumen. De ahí la necesidad de comprender qué es lo que sucede cuando se deja el tabaco, para así facilitar que un mayor número de fumadores consigan abandonar el hábito definitivamente. Y es que si bien distintas investigaciones han sugerido que la cesación tabáquica se asocia con un aumento de la ingesta y con una alteración del metabolismo basal, los resultados no son concluyentes.

Por ello, el objetivo del nuevo estudio fue analizar el efecto de la cesación tabáquica y de la consecuente abstinencia de la nicotina sobre la ingesta de alimentos, la sensación subjetiva de apetito y las hormonas relacionadas con el hambre –ghrelina, obestatina, GLP-1, CCK e insulina–. Y para ello, los autores contaron con la participación de 14 varones fumadores divididos en dos grupos: uno en el que a siete de los participantes se les permitió fumar dos cigarrillos durante 15 minutos; y un segundo en el que, durante el mismo período de tiempo, los siete varones restantes pudieron sostener un cigarrillo pero sin encenderlo.

Concluido el período de estudio, y una vez transcurridos 45 minutos adicionales, los participantes pudieron comer todo lo que quisieran, tras lo cual cumplimentaron un cuestionario sobre su abstinencia tabáquica y apetito y fueron sometidos a un análisis de sangre para medir sus niveles de hormonas relacionadas con el hambre.

Más nicotina, menos calorías

Los resultados mostraron que los participantes a los que se les permitió fumar tenían una menor ingesta calórica. Concretamente, ingirieron de media 152 calorías menos que aquellos a los que se les negó el tabaco, lo que resulta muy significativo.

Es más; los análisis de sangre mostraron una notable diferencia en las concentraciones de ghrelina entre los participantes ‘fumadores’ y los ‘abstemios’ que explicó que estos últimos comieran en mayor cantidad. Sin embargo, no se observaron diferencias en el resto de hormonas analizadas –obestatina, GLP-1, CCK e insulina.

Entonces, ¿puede concluirse que el tabaco actúa sobre los niveles de ghrelina y, así, disminuye el apetito y la ingesta de los fumadores? Pues aún es pronto para aseverar que sucede así dado que el estudio, como reconocen los propios investigadores, fue llevado a cabo con una muestra muy reducida de participantes.

Como concluye Konstantina Zachari, «necesitamos más estudios para evaluar si nuestros resultados pueden ser reproducidos en una muestra más amplia. Y también tenemos que investigar otros potenciales mediadores biológicos y vías para equilibrar la ganancia de peso que sigue a la cesación tabáquica para lograr que más personas dejen el hábito y no acaben recayendo».

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