La lactancia materna es la forma ideal de aportar a los bebés los nutrientes que requieren para crecer y desarrollarse de una forma saludable. No en vano, la leche materna, que además de inocua y de suministrar los nutrientes necesarios aporta anticuerpos que protegen al neonato frente a múltiples enfermedades, no tiene rival. Por ello, la Organización Mundial de la Salud(OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, para posteriormente complementarla con los alimentos apropiados a cada edad del lactante. Pero es que aún hay más: según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza), la leche materna también protege frente al desarrollo de los síntomas del asma en bebés genéticamente predispuestos a desarrollar la enfermedad.
Como explica Olga Gorlanova, directora de esta investigación presentada en el marco del Congreso Internacional de la Sociedad Europea de Respiratorio(ERS) que se está celebrando en Londres (Reino Unido), «nuestro trabajo es el primero en demostrar que la lactancia materna puede modificar el efecto de los perfiles genéticos asociados al asma sobre los síntomas respiratorios en el primer año de vida».
Menos sibilancias
En torno a un 5% de la población mundial –esto es, cerca de 300 millones de personas, en su mayoría niños y adolescentes– padece asma, enfermedad crónica caracterizada por una dificultad recurrente para respirar y que suele cursar, entre otros síntomas, con opresión en el pecho, sibilancias y falta de aliento. Una enfermedad que puede tener un origen genético, localizándose los genes asociados al asma en el brazo largo del cromosoma 17 –concretamente, en 17q21–. Así lo muestra un reciente estudio en el que se observa que los niños con variaciones genéticas en el cromosoma 17q21 y que son expuestos a condiciones ambientales específicas tienen un mayor riesgo de desarrollar sibilancias.
En este contexto, el objetivo del nuevo estudio fue evaluar si, tal y como sucede con otras ‘condiciones ambientales’, la lactancia materna ejerce algún efecto sobre los síntomas respiratorios en los bebes con predisposición genética a padecer asma –o lo que es lo mismo, que portan las variantes genéticas de la enfermedad en el cromosoma 17q21.
La leche materna puede modificar el efecto de los genes asociados al asma sobre los síntomas respiratorios en el primer año de vida - Olga Gorlanova
Para ello, los autores analizaron el genotipo, la frecuencia y gravedad de síntomas respiratorios y la presencia o ausencia de lactancia materna en 368 bebés nacidos en Basilea y Berna (Suiza).
Los resultados mostraron que durante las semanas en las que fueron alimentados con leche materna, aquellos bebés genéticamente predispuestos a desarrollar asma tenían un riesgo hasta un 27% inferior de padecer síntomas respiratorios. Y asimismo, que los neonatos portadores del cromosoma 17q21 que no eran amamantados tenían una tendencia muy superior a desarrollar estos síntomas.
‘Controlando’ el desarrollo
En definitiva, los resultados suman nuevas evidencias a los beneficios, ya ciertamente numerosos, de la lactancia materna. Y es que en aquellos casos, por lo general la inmensa mayoría, en los que se desconoce si un bebé tiene una predisposición genética a desarrollar asma, la leche materna disminuye el riesgo de que sufra los síntomas de la enfermedad.
Como concluye Olga Gorlanova, «cada vez sabemos más sobre la interacción entre los genes y el ambiente en el desarrollo del asma. En este contexto, nuestro estudio aporta luz sobre cómo esta interacción puede ser modificada con la lactancia materna. Y es que esta es la primera vez en la que se ha podido observar que el efecto de las variantes en 17q21 sobre los síntomas respiratorios durante el primer año de vida dependen de que el niño sea alimentado o no con leche materna». | abc