El estudio echa por tierra las teorías de asociaciones animalistas como PETA, que llevan tiempo defendiendo la el veganismo ideológico, según el cual el ser humano siempre ha sido vegetariano y lo de comer carne es básicamente una aberrante desviación posterior. Según Katherine Zink y Daniel Lieberman, la incorporación de proteínas animales a la dieta es uno de los factores que nos ayudó a evolucionar en lo que somos actualmente.
Los chimpancés, como los primeros homínidos, invierten mucho tiempo en masticar alimentos. Foto: SamDCruz / Shutterstock
Zink y Lieberman son antropólogos evolutivos en la Universidad de Harvard, y su campo de investigación es la mandíbula. Hace 2,5 millones de años, los homínidos comenzaron a utilizar utensilios sencillos y ello los ayudó a cortar y consumir más carne.
¿Que tiene que ver esto con la evolución? La clave está en la masticación. El estudio ha llevado a cabo una prueba con 24 sujetos a los que se les pidió que comieran diversos vegetales y piezas de carne, todo ello crudo. El objetivo era ver qué grupos de alimentos eran más fáciles de masticar e ingerir sin pasar por la cocina. La cocción de los alimentos es una práctica que no llegó hasta hace alrededor de 500.000 años.
A nivel de masticación y digestión, la carne cruda ofrece unas cuantas ventajas. Para empezar reduce los movimientos de masticación un 17% y la fuerza que hay que ejercer con la mandíbula un 20%. Además requiere un 41% menos de esfuerzo digestivo. En otras palabras, comer carne requería entre un 39% y un 46% menos de menos esfuerzo físico, llevaba menos tiempo y era más eficiente desde el punto de vista nutricional.
Cráneo y piezas dentales de un Australopithecus Sediba. Foto: Wikimedia Commons.
El estudio concluye que la incorporación de carne en la dieta ayudó a especies como el Australopithecus a invertir menos tiempo en la masticación de vegetales como hacen los chimpancés modernos. A nivel evolutivo, esto permitió reducir drásticamente el tamaño y potencia de la mandíbula, lo que seguramente tuvo efectos beneficiosos a la hora de mantener la cabeza más erguida y facilitar los mecanismos del habla. Por otro lado, el incremento en la ingesta de carne ayudó a desarrollar el cerebro, un órgano cuya demanda energética es constante y elevada. Zink y Lieberman escriben.
Sean cuales sean los mecanismos de selección natural que desembocaron en estos cambios, no hubieran sido posible sin la combinación de un mayor consumo de carne unido a técnicas rudimentarias de procesar los alimentos.
El estudio simplemente descarta la falsa creencia de que el ser humano es biológicamente vegetariano. Otra cosa muy distinta es que haya personas que decidan dejar de consumir un tipo de alimento por razones filosóficas o cuestiones morales. Las diferentes religiones llevan haciéndolo desde hace siglos y es perfectamente respetable, tan respetable como el que decide no acogerse a esos principios. [Gizmodo]