Jordan Casey está en primera fila con su madre. Sudadera, mochila, vaqueros y deportivas azules. Tiene la pinta del adolescente de 15 años que es. Mira atento al enorme escenario en el que se despliegan tres pantallas. Proyectan un vídeo promocional montado con la canción Viva la vida, de Coldplay, y el auditorio se viene arriba. Por las pantallas laterales van cayendo los mensajes de la red social Twitter que mandan en tiempo real los participantes en Pangea, “la mayor exhibición de talento joven jamás celebrada”, según los organizadores de la cita que se desarrolla en Madrid. Aplausos. Casey se ríe cuando ve su propia foto (aún más joven) en la pantalla. Este irlandés empezó a programar con 9 años, y con 12 años diseñó un juego, Alien Ball vs. Humans, que se convirtió en un fenómeno superventas en iTunes en apenas tres días.
“No dejéis que nadie os diga que vuestra edad es una limitación”, proclama en inglés al auditorio Pablo González, estudiante de Administración de Empresas del IE University, maestro de ceremonias e ideólogo de la cita, con 200 participantes de 16 a 24 años y en la que se cuentan con los dedos de la mano los que sobrepasan la treintena. Casey está entre los más jóvenes.
Cuando anuncian su nombre, el adolescente pelirrojo se aparta el flequillo y sube de un salto al escenario. “Mi historia”, se lee en la pantalla central. En 10 minutos resume su vida de programador autodidacta ante un público embelesado que le aplaude, ríe con sus chistes y forma cola para hacerse selfies con él como si se tratara del Justin Bieber de los emprendedores. La comparación le pone rojo. Asegura varias veces que es un chico muy tímido, y realmente lo parece cuando baja del escenario.
Selecciona mucho las charlas que da. Tiene que estudiar para los exámenes de secundaria
Todo empezó como un pasatiempo. Una de sus maestras se dio cuenta de que al hijo mayor de los Casey le gustaba programar y se lo contó a sus padres. Ahora prueba sus aplicaciones con su hermano Isaac, de 12 años. A Isabel (9) le interesan más los deportes. Con 12 años, Jordan creó su primera start-up (empresa de nueva creación vinculada al sector tecnológico). A los 15, sus padres dirigen sus tres empresas hasta su mayoría de edad.
Otro proyecto, Teach Ware, es una aplicación para maestros de primaria. “Una de mis profesoras perdió el libro de las notas con la información de todo un año y pensé que era mejor que tuviera todos los documentos que necesite en la nube [información almacenada en Internet]”.
Sus padres, que trabajan en servicios financieros, se turnan para viajar con él. Jordan y Louise Casey, la madre, aprovecharon su única noche libre en Madrid para cenar en el Santiago Bernabéu. Al chico le encanta el fútbol y es forofo del Liverpool y del Real Madrid, por ese orden. Juega de lateral y asegura ser muy rápido en el campo.
Ha dado charlas invitado por la Comisión Europea, y visitó Silicon Valley hace dos años. Pero este curso racionará los viajes para poder preparar bien los exámenes finales de secundaria. Después no cree que vaya a la Universidad. Se trasladará a Londres para trabajar. Su vida en casa es “de lo más corriente”. Pasa el tiempo entre las clases, el fútbol y la consola. “No soy un chico popular. Cuando juego con mis amigos, ni me preguntan por estas cosas”, señala. ¿Es el más listo de la clase? “¡Qué va! Estudio como todos y no soy ningún genio. Ya sabe, lo normal”. [Fuente: elPaís]