La ropa que usas tiene una historia detrás y no nos referimos solo a la moda y su diseño; la manufactura habla mucho de la persona que las fabrica, de su idiosincrasia y su forma de vida. En el caso de los jeans y prendas de mezclilla, lo queramos aceptar o no, la historia de su fabricación nos habla de un proceso de degradación ambiental, que también incluye desigualdades sociales y falta de opciones laborales en las comunidades donde se asientan las maquilas.
Esta es la historia que se vive en las comunidades cercanas a San Martín Texmelucan, en Puebla y Tlaxcala; una región que es famosa por su extenso tianguis nocturno (cuyas dimensiones abarcan 35 hectáreas, aproximadamente), al que semana a semana llegan miles de vendedores de diversos estados del país y en donde también se encuentra una parte importante de maquiladoras de mezclilla en el centro del país.
Desde hace aproximadamente 40 años los pobladores de Tlaxcala, cercanos al río Atoyac, viven de la producción de mezclilla, una actividad que incluye el uso de diversos químicos para deslavar la tela y cuyos residuos han terminado, sin ningún tratamiento de por medio, en las aguas del río Atoyac. En la década de los 90 comenzaron a montarse lavanderías en todas estas poblaciones, quienes también tiraron sus residuos al río, mezclándose con los industriales. Esta mezcla química, altamente contaminante acabó con la biodiversidad del río.
Pero los problemas no han terminado allí. Paola Velasco Santos, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, advierte que esta contaminación está produciendo graves problemas de salud en la zona.
“Esto a su vez genera problemas en los trabajadores de las lavanderías y los talleres de mezclilla, quienes están respirando constantemente polvo de algodón, utilizan tintes para teñir los pantalones de mezclilla, usan los cloros para deslavar, permanganato de potasio para acentuar el deslavado y todo esto sin utilizar ningún tipo de protección”.
De acuerdo a la investigadora, todo esto ha producido desde irritaciones en la piel y los ojos, enfermedades gastrointestinales, hasta leucemia y cáncer. Además, los trabajadores también sufren problemas respiratorios y de postura por trabajar tantas horas en las maquilas.
El problema se agrava al descubrir que los pobladores de la zona, tanto del lado de Puebla como el de Tlaxcala, en su mayoría se dedican a la producción de mezclilla y los que no terminan emigrando a Estados Unidos.
Paola Velasco sostiene una planta de tratamiento es solo una parte de la solución, sino que la situación ambiental tiene un origen político y social, por lo que la solución deber ser en estos mismos rubros.
FUENTE: UNAM Global