La Tinta Insomne

El maestro y Margarita

…hay que reconocer que hasta entre los

intelectuales hay gente con cerebro.

 

M.B.

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El XIX fue el Siglo de Oro de la literatura rusa. Basta nombrar a Dostoyevski y a Tolstói para que diversos mundos se nos abran ante los ojos. Aludo a ellos porque son los más conocidos, los de mayor influencia y de resonancia universal. No obstante, el abanico de escritores y poetas de Rusia es extenso, tanto en obras como en creadores.

Soy un devoto de Dostoyevski. Acceder a su obra me permitió interesarme por un país tan incomprendido y satanizado en Occidente como lo es Rusia. Se trata de una nación fascinante, llena de arte y sitios épicos; su cultura es de las más apasionantes en el mundo entero, pero desconocida debido a las campañas mediáticas en contra de esa sociedad.

Por increíble que parezca, me he topado con gente que asocia a Rusia con el comunismo y nada más. Desconoce los aportes científicos, artísticos y culturales legados a buena parte del mundo.

El siglo XX ruso fue convulso y también de avances. Sin embargo, el arte se vio relativamente afectado en la URSS, ya que no había cabida para el llamado «arte burgués». Ante ello, en la literatura nació el llamado «realismo socialista», que no legó precisamente las mejores obras.

En la Edad de Plata de la literatura rusa (una parte del siglo XX) nacieron obras al puro estilo de ese país: extensas, profundas y dotadas de belleza. Esta semana me permito recomendar una de éstas: El maestro y Margarita (Alianza Editorial, 2008; traducción de Amaya Lacasa Sancha), de Mijaíl Bulgákov (1891-1940).

De entrada hay que mencionar que el autor no pudo ver publicada su fascinante novela debido a la prohibición por el tema central: una sátira de la sociedad soviética. Los riesgos que asumió al embarcarse en la creación de una novela de ese talante terminaron por cobrarle la vida. No obstante, optó por la congruencia antes que por comprometer su arte ante una ideología que precisamente mutilaba sus ideas.

De esta forma, Bulgákov se vio en la necesidad de postergar la culminación de la escritura de su obra principal. El maestro y Margarita es una novela que está envuelta en un halo de misterio del que algo se desvela conforme avanza la lectura.

La historia comienza un día de primavera, en Moscú, en los «Estanques del Patriarca». Allí, Mijaíl Alexándrovich Berlioz –presidente de una asociación de literatos– e Iván Nikoláyevich Ponirev –poeta que firmaba con el seudónimo Desamparado– discuten acerca de un poema que el segundo escribió acerca de Cristo.

Berlioz le había encargado a Desamparado que escribiera un poema en el que afirma que Cristo no existió, pero el joven creó uno en el que si bien critica a Jesús y lo retrata con tintes muy negros, no cumple con la idea de afirmar su inexistencia.

Repentinamente, Berloiz observa una figura masculina que flota y agita los brazos; ello lo saca de concentración por un momento. Al desvanecerse la imagen, retoma la charla. Sin embargo, cuando continúa instruyendo al poeta, ven a un hombre muy elegante que se acerca por un pasillo del parque. Ambos coinciden en que se trata de un extranjero, pero no logran un acuerdo acerca de la nacionalidad. De pronto vuelven a hablar de Cristo y el jefe redactor insiste en que no existió.

Justo en ese momento, el hombre escucha la afirmación y se detiene de golpe para acercarse a debatir: así comienza la estadía del diablo en Moscú durante cierta primavera soviética.

En su forma de hombre, se hace acompañar de un individuo espigado, con lentes, y un gato negro enorme que asume posturas humanas e incluso habla. Por donde pasan los tres nace la desgracia.

Mientras conversan, el extranjero cuestiona a Berloiz acerca de cómo cree que morirá. No hay una respuesta, pero el elegante caballero le dice que será de tal forma y detalla el hecho. Ello causa cierta burla de parte del redactor y del poeta, quienes no obstante escuchan atentos la historia que les cuenta acerca del juicio a Jesús, con la figura de Poncio Pilatos en el centro del relato. Lo sorprendente es cuando les dice que él presenció todo: ambos lo toman por loco.

Durante la charla, Mijaíl refiere que hará una llamada telefónica. Sin embargo, momentos después, un tranvía acaba con su vida: la muerte es tal como acababa de decir el extraño hombre. Ese hecho sumerge al poeta en un estado de alteración. Pero al recobrar cierta calma, decide emprender la búsqueda del extranjero y supone que se encuentra en el río Moscú.

Una vez en el río, Iván deja sus prendas junto a un mendigo. Se lanza al agua en busca de Satanás. Sin embargo, al salir ya no encuentra su ropa, sino las del vagabundo. Ante el asunto que lo atañe, se viste con las prendas del otro hombre.

Así, continúa la búsqueda. Irrumpe en algunos sitios en calzoncillos, harapiento, con una vela y una imagen cristiana. No tardan en tomarlo por loco y lo encauzan con especialistas para que determinen su padecimiento. De esta forma, Desamparado termina en una celda para dementes, junto a la del maestro al que hace alusión el título de la novela.

Cuando el maestro conoce a Iván, el lector comienza a desvelar ciertos misterios. El maestro terminó allí casi de una forma voluntaria: Margarita, su amada, se fue con otro hombre.

Sin embargo, en su relato, el maestro le cuenta a Iván que escribió una novela cuyo personaje central es Poncio Pilatos. Al relatar la obra, Desamparado descubre que es prácticamente lo descrito por Satanás en el «Estanque del Patriarca» y ello confirma sus sospechas de quién es ese individuo que, por su parte, causa cualquier cantidad de desencuentros, confusiones y daños en diversos sitios por donde se presenta, acompañado de su corte.

Avanzada la novela, el maestro y su Margarita tendrán un papel importante en la historia.

El maestro y Margarita es una novela extensa, riquísima en anécdotas. De forma inteligente, Bulgákov denunció la corrupción de ciertos artistas soviéticos a través de un talento y humor asombrosos. Sin duda, es una de las grandes novelas del siglo XX que, pese a su extensión (514 páginas en la edición de Alianza), se lee con un ritmo vertiginoso y no se puede soltar la lectura.

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