Salah Jamal (Palestina, 1951) se vio en la necesidad de exiliarse en Barcelona ante el terror impuesto por Israel entre sus coterráneos.
Derivado del abandono de su patria, Jamal escribió una novela titulada Lejos del horizonte perfumado (RBA, 2004). Escribir desde la distancia ofrece a los lectores la posibilidad de conocer las experiencias –siempre dolorosas– de cómo enfrentar el exilio, la soledad.
En Lejos del horizonte perfumado, el también médico, historiador y profesor cuenta la historia de un joven beduino llamado Mohammed Pirjawi Unnab Jalilidin Osrama Lumary, a quien las circunstancias de la vida convierte en Mohammed Pujol, dada la complejidad de pronunciar su nombre completo de corrido.
Ante la ocupación israelí, el joven palestino abandona su tierra y el destino lo coloca en Ciudad Condal, Barcelona, donde su familia cuenta con una amiga dedicada a la prostitución.
En un mundo completamente nuevo para sus ojos, el muchacho aprenderá a manejarse en los bajos fondos, entre prostitutas, ladrones y un sinfín de personajes que le permitirán acceder a un universo completamente ajeno al suyo.
Entre sus andanzas por Barcelona, Mohammed conoce a una mujer de la alta sociedad que le ofrecerá la posibilidad de lo sensual, el misterio de los cuerpos. Con las estadías del joven en la casa de esta mujer, Jamal ofrece una muestra de la cocina árabe con recetas, rituales, aromas… De tal forma, que el lector disfruta, entre párrafo y párrafo, sabores y aromas que envuelven a la lectura en un ambiente ameno.
La novela también aborda la pérdida, la soledad, la nostalgia, el amor y el deseo. Y Salah Jamal lo hace de formas sutiles y directas, con altas dosis de ternura y un amplio conocimiento cultural de las sociedades enfrentadas. Porque el texto ofrece la posibilidad de conocer y desvelar ambos mundos: el árabe, con sus creencias, sus rituales, y el occidental de los años setenta y principios de los ochenta, particularmente el catalán, con el avistamiento de los cambios radicales que suponían los supuestos avances de la humanidad en materias diversas.
Pero no todo es nostalgia en la historia. Desde los primeros párrafos, el autor ofrece múltiples episodios divertidísimos que dan cuenta de que no se trata de una novela cubierta con el manto de la tristeza. Anécdotas de desencuentros con la justicia («hice más visitas a las dependencias policiales que a la universidad»), el descubrimiento de un mundo que le permite descubrir una ciudad de la que, también tiempo después, sentirá nostalgia.
El humor de Jamal provoca carcajadas en el lector. La aparente ingenuidad de Mohammed se comienza a desmoronar desde las primeras lecciones de aprendizaje que conllevan su nueva vida; retrata asimismo ambas sociedades con los viajes del muchacho a su tierra natal y los retornos a Barcelona.
Entre las páginas desfilan diversos personajes divertidos, como el propio padre del protagonista, o El Gallina, un tipo al que conoce en Barcelona y que es líder de Los Pollitos, delincuentes de poca monta que se meten en líos sumamente divertidos.
En fin, Lejos del horizonte perfumado es una lectura recomendada para quienes buscan conocer de primera mano otra cultura, para paladear entre las palabras, divertirse con anécdotas y episodios, degustar una obra que dejará más un grato sabor al llegar su última página.