Gatúbela (Catwoman), la única mujer que se ha enfrentado con desventajas y, aun así, ha podido luchar al lado del Caballero Oscuro en igualdad de condiciones, cumple 80 años. Su historia, de algún modo, es la historia de las representaciones de las mujeres desobedientes, desde que apareciera por primera vez como “The Cat” (La gata) en el #1 de Batman (24 de abril de 1940), al igual que el Guasón, creada por Bill Finger y Bob Kane.
Primera aparición del personaje, en ese tiempo apodada como The Cat (DC Comics)
La historia que les contaré recoge sólo algunos hitos que me parecen memorables y que permiten entender la evolución del personaje a grandes rasgos desde una perspectiva de género. Sepan disculpar las omisiones.
Bob Kane consideraba que era natural que el gato se opusiera al murciélago. Para él, los hombres se parecían a los perros, por su carácter amistoso y leal, y las mujeres a los gatos debido a su frialdad, desapego e inescrutabilidad.
Mike Madrid, en su libro The Supergirls. Fashion, feminism, fantasy and the history of comic book heroines, cuenta que, hacia finales de los 40s, Batman había dejado de ser oscuro para adoptar una imagen más amigable ante los niños. Gatúbela, Selina Kyle, permitía la exploración del deseo, la libido masculina, como “némesis y como tentadora”, al valerse de un atavío tanto peligroso como seductor. Y, cosa curiosa, en tiempos de puras chicas (girls), ella fue una mujer (CatWOMAN) desde el principio (reconocimiento que, hasta la fecha, cuesta trabajo adquirir para algunas heroínas).
Cuando el infame “Comics Code Authority” entró en vigor (1954), su existencia —profundamente sexual y “poco realista” (de acuerdo con parámetros moralinos)— se consideró una amenaza y, tras convertirla en una inocente sobrecargo con amnesia, terminó por desaparecer durante un tiempo.
Más tarde (a finales de los 60s), con el fortalecimiento de la televisión, Gatúbela adoptó nuevas formas gracias a las interpretaciones de Julie Newmar, Eartha Kitt y Lee Meriwether, pero todas coincidieron en una femineidad cruelmente juguetona.
Sin duda, lo anterior (y en medio de los crecientes movimientos feministas) contribuyó a que, en Batman #210 (1969), se presentara como adalid de liberación femenina, tanto propia como de sus Furias Felinas, aun cuando su avaricia le costara el éxito en semejante empresa. Interesantemente, el carácter romántico de los encuentros entre el murciélago y el gato se acentuó, limitando cada vez más el ejercicio de poder de Selina.
Batman # 210 (DC Comics)
Pero después, a principios de la Era Oscura de los cómics, Frank Miller retomaría el personaje de Gatúbela y lo colocaría en escenarios totalmente diferentes a los que los lectores estaban acostumbrados: En The Dark Knight Returns (1986), mostró a una Selina retirada, envejecida, con una figura robusta y demasiado maquillaje, pero no menos enamorada de Bruce. En Year One (1988), con dibujos de David Mazzucchelli, nos mostró a una ex trabajadora sexual que buscó entrenar y fortalecer su cuerpo, con un fuerte sentido de la justicia para consigo misma y otras mujeres, en especial, la pequeña Holly (por eso, ¿considerarla a ella “asistente de Batman”? Pff!).
Un año después (1989), Mindy Newell, una de las pocas autoras que ha escrito historias para Gatúbela, usaría este mismo relato (incluso, con los dibujos de J. J. Birch, retomando algunas de las viñetas originales) y lo expandiría en una historia completa, mostrando la crudeza del negocio de la prostitución, el reclutamiento mediante falsas promesas de amor, el rabioso deseo de vivir de las mujeres “descartables” y las posibilidades de colaboración y cuidado entre mujeres de diferentes entornos.
Portada de la miniserie de Catwoman a cargo de Mindy Newell, JJ Birch y Michael Bair
No obstante, si en los 40s Gatúbela era una femme fatale —tras las innovaciones visuales que trajo Michelle Pfeiffer de acuerdo con la visión de Tim Burton y el boom de un nuevo tipo de sexualización—, en los 90s fue presentada como parte de las “bad girls”: mujeres exuberantes con pasados y deseos brutales. En el universo paralelo de Catwoman: Guardian of Gotham (de la serie “Elseworlds”), de Doug Moench y el legendario Jim Balent junto con Kim de Mulder, por ejemplo, Gatúbela es la huérfana millonaria y protectora de Ciudad Gótica mientras que Bat-man es el ladrón despiadado y seductor, ella y Brooks (equivalente de Alfred), sin importar cuan fuertes o inteligentes se mostraran, parecían habitantes de la mansión Playboy.
Con todo, la historia ya había construido algunos de los rasgos que podemos reconocer como propios de la Gatúbela moderna: una ambigüedad moral que esconde tras de sí un claro sentido ético, en especial, para con otras mujeres. En 2002, Ed Brubaker retomó con respeto la solidaridad de Selina con “aquellas cuyas muertes no importan”. En Catwoman #2, por mencionar un primer ejemplo, Selina observa asqueada cómo la policía (agentes de un sistema corrupto) extorsiona, golpea y abusa de unas trabajadoras sexuales, porque, al final, “no son personas” y sus muertes, mientras sean discretas, “son aceptables”.
Catwoman # 2 de Ed Brubaker y Darwyn Cooke (DC Comics)
“¿Quién habla por ellas?”, se pregunta desde las alturas. Aunque a Batman le importe, no son prioridad en su lista. Y es en este punto donde se marca la profunda diferencia entre ambos: Si bien Bruce ha sufrido, sigue siendo un hombre blanco, en la plenitud de su vida y millonario. Él no sabe lo que es temer por su vida y su dignidad cada vez que sale a la calle; no sabe lo que es temer que ultrajen su cuerpo aun después de muerto. Selina y todas las mujeres que viven en entornos violentos se la juegan todos los días. Algunas sólo se tienen entre ellas, otras, sólo se tienen a sí mismas.
Tras la primera entrega de Hush, de Jeph Loeb, Jim Lee y Scott Williams (2002-2003), donde Gatúbela ayuda a mantener el orden durante el enfrentamiento entre Batman y Jason/Hush, Paul Dini (¡lean su Dark Knight. A true Batman story!), junto con Dustin Nguyen y Derek Fridolfs, trae de vuelta al villano que más posibilidades tiene de herir emocionalmente al Caballero Oscuro. En Batman: Heart of Hush (2009), Selina es víctima de un brutal ataque que la deja al borde de la muerte (peligrosamente cerca de ser una “mujer en el refrigerador”*, como diría Gail Simone), pero logra sobrevivir y se encarga de castigar a Hush de manera ejemplar: Robarle toda su fortuna, repartirla entre sus amigas que le ayudaron en la empresa y donar varios millones a casas hogar para mujeres víctimas de abuso.
En este punto, vale la pena señalar un detalle crucial del carácter de Selina: incluso en las historias donde ella tiene un pasado marcado por la violencia de género, no deja de mostrar o jugar con un performance abiertamente sexual. Como otras mujeres sobrevivientes, se opone al “deber ser” impuesto sobre las víctimas; si no permanece paralizada por el miedo, la vergüenza y el trauma, JAMÁS será porque “en realidad deseara ser violentada”, sino porque se niega de manera categórica a que otros dicten cómo debe sentirse.
Vale la pena mencionar que, ese mismo año, en una aparición exprés en el ya clásico Batman: Battle for the Cowl de Tony S. Daniel, es Gatúbela y nadie más quien salva al nuevo e inexperto Hombre Murciélago de una muerte segura. Si bien participa de alguna que otra batalla, Selina entra y sale de la historia a placer, pues lo que sucede (¡La batalla por el mismísimo manto, mi Dior!) apenas tiene valor para ella.
Página de Batman: Battle for the Cowl (DC Comics)
Si bien Gatúbela suele actuar en solitario, este sentido de solidaridad que ha mostrado en el pasado favoreció su agrupamiento con otras “villanas”: Harley Quinn y Hiedra Venenosa (Poison Ivy). Dini (creador de Harley), dio forma al equipo de las Gotham City Sirens (2009-2011), criaturas míticas que seducen a los incautos para devorarlos. A pesar de sus diferencias de carácter y métodos, todas han pasado por relaciones abusivas y todas han sido tratadas, en mayor o menor medida, como pedazos de carne. Su desdén por aquellos que las subestiman sólo se equipara con el sentido de unión y ocasional admiración que hay entre ellas. Algunos de sus mejores momentos son cuando se aplican el “amiga, date cuenta”, en especial, a la pobre Harley que sigue infatuada con el Guasón.
Más tarde, en Batman Noël (2011), Lee Bermejo, en el juego de “Un cuento de Navidad” de Charles Dickens, presentó a Gatúbela como el fantasma de las Navidades Pasadas. Su estilo característico nos trajo un cuerpo diferente, ataviado con objetos funcionales (no necesariamente sexys, como sus botas), más musculado, con peso y centro de gravedad definidos. La energía e indignación con la que Selina pelea evoca las glorias pasadas del murciélago. Ella es la furiosa marca de su juventud (idea que medio insinúa Miller en TDKR).
Hacia 2018, ¡en el mismo mes!, el personaje de Gatúbela es escrito por dos mujeres en contextos diferentes: Jody Houser y Joëlle Jones. La primera, junto con Ibrahim Mustafa, la retoma como parte de la historia de Mother Panic (de la línea “Young Animals”) en Gotham A.D. En un mundo donde Batman ya no existe (tras las Milk Wars), una Selina madura -en compañía de Holly, Harley y una Hiedra Venenosa en forma de plantita- es madre adoptiva de muchos niños perdidos y la única que puede oponerse al creciente fanatismo fascistoide de Jason Todd (por lo menos, hasta que llega Mother Panic y su inigualable patiño: Fennec Fox).
La segunda es autora de una antiheroína muy cercana a las circunstancias de Selina: la genial Lady Killer (¡si la buscan, verán que Gatúbela y Jones están hechas la una para la otra!). Valiéndose de trazos que emulan un estilo retro y con la ayuda de Laura Allred en los colores, Jones presenta un cuerpo femenino, gatuno y muy real, pues ella mira hacia adentro y explora las posibilidades de su propia materialidad.
La Catwoman de Joëlle Jones (DC Comics)
A diferencia de Bruce, Selina, en tanto mujer, permite la lectura de los conflictos sobre sus relaciones sexo-afectivas; la vemos pelear contra diferentes tipos de cuerpos y ser afable con diversas identidades a pesar del insomnio, del cansancio y el corazón roto.
Selina puede ser el amor de la vida de Bruce, su oponente, su igual o la madre de su hija, pero tiene la capacidad para sostenerse y generar relatos complejos por sí misma. Gracias a años de luchas y experimentos, el romance, el sexo o la maternidad en su historia sólo son posibilidades, ya no obligaciones.
Gatúbela sólo se comporta de manera misteriosa y arbitraria ante la mirada masculina que no puede salir de su propio placer; quienes vivimos con el miedo de morir y que nuestras muertes no importen por cuestiones de género, entendemos. Sólo cuando se tiene la resolución de vivir a toda costa y con dignidad es posible habitar las zonas grises del mundo, esas que están más allá de los juicios, que sólo se pueden ver con ojos de gato.
FIN (por ahora…)
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Texto original publicado en cinco hilos en Twitter el 24 de abril de 2020 en la cuenta de @RakuenWolf, en el marco de la celebración de los 80 años de Catwoman y el Joker, organizada por Roberto Coria y coordinada con el apoyo de Cultura UNAM, Universo de Letras, Literatura UNAM, Radio UNAM, Filmoteca UNAM, la Facultad de Artes y Diseño, DC Comics México y Smash. Ha sido corregido y ajustado para la presente publicación.
* “Women in refrigerators” es un término que Simone, autora de cómics, acuñó para hacer referencia al tropo del asesinato de mujeres asociadas afectivamente a los héroes para impulsar la historia. El origen del término se encuentra en Green Lantern #54 (1994) donde Alexandra DeWitt, novia del héroe, es asesinada y metida en un refrigerador para que él la descubriera.
Por: Áurea Xaydé Esquivel Flores. Es Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la FFyL de la UNAM, Maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana y responsable de la Biblioteca “Alaide Foppa” de la Unidad de Vinculación Artística del Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM.
Publicados en: Código Espagueti