De continuar así, podríamos ver cómo las especies marinas desaparecen por completo.
La desaparición de las especies animales es una de las grandes preocupaciones que derivan del calentamiento global y en particular del alza de la temperatura en los mares.
Si a ello se suman otras actividades humanas que destruyen los ecosistemas naturales, entonces nos enfrentamos a un destino poco esperanzador y en el cual es posible que ya no haya retorno, ni salvación para las especies.
El nombramiento del koala como una especie funcionalmente extinta ha vuelto a llamar la atención de medios ante la conservación del ambiente, así como los esfuerzos para salvar a todas las especies tanto animales como plantas de su desaparición del planeta.
No obstante, cuando se trata de las especies marinas, nos encontramos ante una problemática tan inmensa como nuestros océanos.
A diferencia de las especies terrestres, la fauna marina no tiene manera alguna de resguardarse del calor, puesto que aunque encuentren sombra bajo las algas, el agua que los rodea ha incrementado paulatinamente de temperatura y dichos animales no están adaptados para sobrevivir al incremento.
La falta de adaptabilidad de estos seres tiene que ver con que su entorno ha cambiado mínimamente. Malin Pinsky, ecologista y bióloga evolutiva y líder de la investigación publicada en Nature explica:
«Los animales marinos viven en un medio ambiente que, históricamente, no ha cambiado tanto de temperatura. Es como si los animales marinos estuvieran manejando en un camino de montaña estrecho que del otro lado tiene un precipicio de temperatura».
Su incapacidad para adaptarse y encontrar un refugio con menor temperatura provoca que tengan mayor riesgo de desaparecer y los efectos ya son visibles. Según el reporte de National Geographic, en territorios históricos, la mitad de ciertas especies marinas ya desaparecieron y al comparar el ritmo de desaparición de las especies marinas con las terrestres, encontraron que en el mar los animales mueren al doble que las terrestres.
De cierta forma, buena parte de la fauna del océano puede migrar a nuevos territorios, sin embargo, existen algunos que son incapaces de ello, como el coral o las anémonas, lo cual provoca que desaparezcan efectivamente. Del mismo modo, al alterarse o destruirse sus ecosistemas, existen problemas relacionados con la obtención de comida, lo que puede alterar en definitiva la cadena alimenticia, así como la tasa de natalidad de estos animales. Además de los impactos significativos en nuestras industrias, por ejemplo de los trabajos que la pesca genera y, por supuesto, de lo que nos alimentamos.
Esto no quiere decir que las especies terrestres sean menos importantes. En general, se ha probado que las especies de sangre caliente son capaces de lidiar mejor con el calor, mientras que aquellas de sangre fría sufren más los efectos del calentamiento, sin embargo, no importa su sangre, si éstas no son capaces de encontrar sombra o refugios más fríos, el ritmo de desaparición puede ser similar e igual de grave.
Todas las especies se encuentran en riesgo cuando consideramos factores como el tráfico ilegal, la sobrepesca, la contaminación de sus ambientes o su destrucción para actividades humanas como la agrícola o la introducción de especies exóticas que acaban con la fauna y flora local.
Por ello, es necesario que a la reducción de nuestra huella de carbón, sumemos otros esfuerzos que involucren parar la sobrepesca para permitir que los números de la fauna marina crezcan y establecer áreas marinas protegidas que ayuden a su conservación.