El vínculo entre la música y la ciencia es grande y complejo. Probablemente uno de los personajes que mejor ha logrado conjuntar ambos mundos es Brian Harold May, el famoso guitarrista de Queen, quien además es un brillante astrofísico que se codea con científicos de la talla de Stephen Hawking o Carlos Frenk.
Los dos amores de su vida
El joven Brian May con su famosa Red Special.
El 19 de julio de 1947 en Hampton, Londres, nació Brian May. Desde sus primeros años se encontró con dos pasiones: la música y la astronomía. El joven May se acercó a su primera pasión a través de la música clásica y barroca, la favorita de su padre, quien también le prestaba un ukulele como juguete. Posteriormente, cuando Brian rondaba los 7 años, su padre le regaló una guitarra acústica, que se volvió una de las pasiones de la futura celebridad. Al mismo tiempo, el joven se divertía aprendiendo las constelaciones a través de un telescopio muy sencillo, en el que pasaba mucho de su tiempo.
A principios de los años sesenta, a consecuencia de la popularidad de ese nuevo ritmo llamado rock and roll, Brian cambió sus gustos por la nueva música pop, dejando de lado la música clásica. Su guitarra española no era adecuada para reproducir las canciones de los Beatles y los Rolling Stones, por lo que intentó comprar una guitarra eléctrica, pero al ver los enormes precios de estos instrumentos, que se alejaban completamente del presupuesto de un adolescente de 16 años, prefirió iniciar un curioso proyecto: construir su propia guitarra eléctrica.
La mítica Red Special de Brian May.
Afortunadamente Brian contó con la ayuda de su padre, Harold May, que era un ingeniero electrónico. Entre los dos, trabajando un año y medio, usando puros materiales reciclados (incluyendo trozos de una chimenea, caoba apolillada, botones de madre perla de viejos vestidos y dos resortes de válvulas de motocicleta) y gastando solo 8 libras esterlinas, lograron construir la Red Special: una guitarra eléctrica que, en muchos sentidos, era mejor que las Gibson y Fender de la época. Brian se enamoró de su guitarra, pero se dio cuanta que el sonido que emitía no era tan puro al tocarla con los dedos o con púas, y azarosamente descubrió que al tocarla con una moneda de seis peniques lograba extraer de ella un sonido limpio. Y desde entonces comenzó a usarla así.
Brian combinaba su pasión por su Red Special con estudios avanzados de matemáticas y física, además de una enorme pasión por escaparse para comprar cómics, que despertaban su imaginación enormemente. Su afición por los cómics también lo acercó a la literatura de ciencia ficción, que se convirtió en otra de sus pasiones. En esa época se hizo fan de George Orwell, por eso su primera y efímera banda se llamó “1984”, con la que llegó a abrirle conciertos a Jimi Hendrix.
Los caminos se separan
Brian May (izq.) en su época en Smile, cuando combinaba la música con sus estudios de licenciatura
Mientras su carrera musical comenzaba a despuntar, sus éxitos académicos también crecían. Gracias a sus buenas notas académicas fue aceptado en el Imperial College of Science, Technology and Medicine, una de las universidades más prestigiadas del mundo. Mientras seguía tocando en su nueva banda Smile (que abría los conciertos de Pink Floyd), May terminó la licenciatura en Ciencias con especialidad en Física, e incluso inició un doctorado en Astronomía. Pero, en 1969, cuando Smile acababa de ser firmado por una disquera, su vocalista Tim Staffell abandonó el grupo para irse a una banda más famosa (la ahora desconocida Humpy Bong). Staffell tuvo la decencia de llevar un remplazo antes de irse: se trataba de Farrokh Bulsara, que pasaría a la historia de la música por su nombre artístico, Freddie Mercury.
Durante un año Brian May combinó las actuaciones de su grupo, rebautizado como Queen, con su doctorado e impartiendo clases de física en una preparatoria de Londres, pero pronto se dio cuenta de que eran carreras que absorbían todo su tiempo. Antes de decidir por cuál carrera decidirse, May todavía se dio tiempo de publicar dos estudios sobre polvo planetario en la revista Nature y en el Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (sus trabajos se titularon Emisión de MgI en el espectro del cielo nocturno e Investigación sobre el movimiento de las partículas de polvo zodiacal), dos de las publicaciones científicas más importantes del mundo.
Brian May con un ejemplar de Astounding Science Fiction, revista pulp de ciencia ficción que inspiró la portada del álbum News of the World de Queen
Al tener que decantarse por una carrera académica o una vida en el mundo del espectáculo May eligió la segunda opción. Con Queen logró colocarse como parte de uno de los grupos más importantes de la historia de la música, escribiendo y componiendo muchos de los éxitos de la agrupación, incluyendo We Will Rock You, Tie Your Mother Down, I Want It All, Fat Bottomed Girls, Flash, Hammer to Fall, Save Me, Who Wants to Live Forever y The Show Must Go On. Pero la espina por la ciencia siempre se mantuvo dentro de él.
El regreso a la ciencia
Después del fin de Queen a inicios de los años noventa, y luego de superar una crisis personal que lo llevó a pensar en el suicidio, Brian May decidió regresar al mundo de la astrofísica, no sin antes dedicar un espacio a una breve carrera solista. A pesar de que no lo tenía nada fácil, por dejar de lado el mundo científico durante los años que estuvo en su famosa banda, May fue retomando las investigaciones que dejó inconclusas en sus años como doctorante, ahora viendo el estudio de la astrofísica como un hobby.
Las investigaciones de Brian May se centraron en el estudio de la luz zodiacal. Es decir, una ligerísima franja de luminosidad formada por partículas milimétricas de polvo espacial que son la fuente de luz del cielo nocturno en las noches sin luna, que se aprecia mejor en las puestas de Sol o antes del amanecer, como un débil resplandor que podemos ver a lo largo del plano de la eclíptica donde se encuentran las constelaciones del Zodiaco. Esta luz se forma por la dispersión del resplandor solar en el polvo que flota en el espacio.
Brian May en el Observatorio Paranal de Chile
Fue hasta la década pasada que, buscando cerrar un ciclo y al darse cuenta que nadie se había interesado en estudiar la luz zodiacal, May retomó de lleno su doctorado y se puso manos a la obra para conseguir el grado y mostrar que el estudio de la luz zodiacal podía tener importantes aportaciones para la ciencia. Retomando sus apuntes de hace más de 30 años, en el 2006 presentó su tesis doctoral A Survey of Radial Velocities in the Zodiacal Dust Cloud, en el que compara las velocidades radiales en la nube de polvo zodiacal y comprueba que las nubes de polvo estelar del sistema solar se mueven en la misma dirección que los planetas.
A pesar de que inicialmente parecía que su interés por la investigación científica era solo un capricho, May se concentró en la investigación científica e incluso fue aceptado como investigador visitante en el Imperial College como parte del proyecto ZODIACS, que busca desarrollar un instrumento que estudie a detalle la luz zodiacal. Dentro del proyecto, donde resultó ser uno de los pocos expertos en el tema, incluso realizó una propuesta sobre una hipotética misión espacial que tendría como fin recoger polvo zodiacal del espacio. En un trabajo posterior, realizado en conjunto con un par de colegas, Brian May estableció las porciones de porcentaje del polvo espacial que se encuentra en el sistema solar, descubriendo que el 70% del mismo procede de cometas.
Brian May al lado de varios físicos, incluyendo a Stephen Hawking
En el 2015, por ser uno de los expertos en luz zodiacal, Brian May fue reclutado por la NASA para formar parte de la mediática misión New Horizons, una nave que tenía como propósito explorar a detalle al planeta enano Plutón. El guitarrista y astrofísico usó los datos de la nave y sus conocimientos sobre la luz espacial para dar forma a la primera imagen estereoscópica de Plutón, además de realizar varias mediciones de luz zodiacal en el planeta enano.
A pesar de no dejar los escenarios, y seguir realizando giras con lo que queda de Queen, el año pasado Brian May unió sus dos carreras de una forma por demás curiosa: logró que el asteroide 17473 fuera bautizado oficialmente como “Asteroide 17473 Freddiemercury”. Nada mal para un científico que se tomó un descanso de más de 35 años antes de regresar a los laboratorios.