José Hierro es autor de diversos libros y en vida fue galardonado con el Premio Cervantes junto a otros como el Príncipe de Asturias (1981), el Nacional de las Letras (1990) y el Reina Sofía (1995), además delAdonais, el de la Crítica y el Nacional de Poesía. Entre sus obras destacan La quinta del 42, Cuanto sé de mí, Libro de las alucinaciones, Agenda y Cuaderno de Nueva York.
El tiempo, la alucinación, la fantasía, la música, el desesperado intento de atrapar eternamente el instante son algunos de los temas esenciales de la poesía de José Hierro, un poeta que vivió con naturalidad y escribió de la misma forma, sin aspavientos. La mayoría de los estudiosos de su obra coinciden en que su poesía es un testimonio de lo vivido, porque el poeta mira con ojos de cronista tanto el mundo interior como el externo que lo rodea. De ahí que su poesía esté llena de connotaciones históricas que hacen de ella un verdadero testimonio, un documento insustituible de los últimos cincuenta años de la vida española.
José Hierro, en la última entrevista que se le hizo antes de su fallecimiento y que tuve la ocasión de realizar,manifestó que él estaría “más cerca de Jorge Manrique que de Góngora, aunque decir esto en Córdoba suena como una grandísima impertinencia sobre ese grandísimo poeta. Yo prefiero esa poesía dentro de la órbita de Machado que la de otros poetas más ricos”(SuplementoCuadernos del Sur, Córdoba, 26 de diciembre de 2002, págs. 6 y 7). Respecto asu obsesión dedetener el tiempo en un instante, manifestó el poeta que es “algo que se quiere pero que no se logra. Uno lo intenta, juega a creérselo. Es el río de Heráclito. Cada poema que escribe uno es una gota del río de Heráclito que pasa a las aguas. Tonterías, sabemos que nunca mojamos el pie en el mismo río. Pues esa tentativa es furiosa e imposible. Hay que ser lo suficientemente inteligente para no sentirse engañado. Saber que lo que estás haciendo es una utopía irrealizable. Pero luchas y haces como que te lo crees. Uno tiene que engañarse a sí mismo para consolarse”.
Miguel Ángel Muñoz escribe de José Hierro que cada una de sus obras es una exploración. Dice que es un traductor que versiona sus palabras en colores, en líneas, en símbolos. Recuerda en este libro que nos ocupa (y que es de un gran valor porque reúne por primera vez muchas de las críticas de arte que el poeta publicó a lo largo de su trayectoria) las raíces de su poesía, desde Juan Ramón Jiménez, Unamuno y Antonio Machado, realiza un recorrido por su trayectoria y explica que cada una de sus obras se convierte en una estética de la sorpresa, de la imaginación, de la memoria, en cuyo fondo están Apollinaire, Mallarmé, Verlaine, Breton, Paz, Boonefoy y Ashbery.
Recuerda Muñoz que Hierro siempre hizo crítica de arte, desde sus comienzos como escritor. Escribió en periódicos como El Alcázar y Nuevo Diario, entre 1960 y 1978, convirtiéndose pronto en una referencia importante en el mundo del arte español. Escribe el compilador de este libro de arte y poesía que Hierro se abrió a la seducción de lo insólito y lo califica de poeta impresionista moderno. Manifiesta que Hierro se dedicó a descifrar signos, a buscar en su significado, y califica las críticas y escritos sobre arte de prosa rigurosa, situada en las fronteras de la sensibilidad y la razón. Sostiene el poeta mexicano que Hierro pertenece a ese amplio y excelente grupo de poetas que escribieron excelentes versos de mayores –refiriéndose a las cualidades de su libro Cuaderno de Nueva York--, como Eliot, Juan Ramón, Wallace Steven o Yeats, aunque siempre se haya sostenido que la mejor poesía se acopla con las exacerbaciones juveniles. Defiende que Cuaderno de Nueva York es su mejor libro junto al poemario Libro de las alucinaciones.
Sobre las cualidades del crítico, sostiene Muñoz que José Hierro dijo que no pretende –como otros poetas que escriben sobre arte— sustituir la crítica como juicio por una crítica más poética o literaria. Asegura que la expresión y visión del crítico tiene que ir más allá de cualquier mirada, sea poética o superficial. Tiene que estar dispuesto a cambiar de piel, a mirar a través de un espejo más objetivo, más luminoso que el del espectador. Define los textos críticos de Hierro como abiertamente teóricos, históricos, metodológicos, que permiten que el lector tenga una percepción de la evolución de sus escritos.
En Los sentidos de la mirada ha reunido el escritor mexicano por primera vez trabajos de arte difíciles de rastrear y hallar en los periódicos, de ahí que nos encontremos con comentarios sobre Picasso, Klee, El Greco, Hernández Pijuán, Solana, Michaux, Kokoschka, Cossío, Chirico, Arp, Canogar, Palazuelo, Chillida, Alberti, Barceló, Barjola, Vázquez Díaz, Antonio López, Chillida, Miró, Lucio Muñoz o Zóbel, entre otros. Se trata de un trabajo de compilación tan arduo como brillante y es una pena que Hierro no lo pudiera ver en vida.
Miguel Ángel Muñoz hace alusión a su relación personal con el poeta y crítico madrileño. Recuerda que lo conoció personalmente en Madrid en 1996 y siguió relacionándose con él hasta el fallecimiento del escritor en 2002.
El volumen congrega textos sobre arte publicados por Hierro durante cuarenta años junto a un ensayo titulado Criterios de la crítica, así como una entrevista que reunía diferentes charlas entre poeta y compilador a lo largo de los años en que mantuvieron su amistad.
Coincido con Muñoz –él lo ha expresado con precisión— cuando dice que Hierro llevó la crítica de arte a los límites de la exigencia no sólo del lenguaje sino también de la imaginación. En su crítica se unen la inteligencia y la pasión por la pintura. Este volumen, pues, completa, de una manera exacta y rotunda, la personalidad creativa, estética y analítica del poeta José Hierro.
Los sentidos de la mirada. Convergencias sobre arte
José Hierro
Compilado y edición de Miguel Ángel Muñoz
Editorial Síntesis
Madrid, 2013.
316 páginas.