ISIS es el brazo tecnológico de la Universidad de Oxford, que por ser externo a la institución, evita lidiar con la burocracia y limitaciones que pueda tener la misma. Esta es una solución que muchas otras universidades europeas y norteamericanas han seguido, en algunos casos en forma de una asociación civil sin fines de lucro, pero en este caso se maneja en la forma de una empresa privada, cuyo propietario al cien por ciento es la Universidad de Oxford y se dedica a comercializar la investigación y tecnología de la Universidad de Oxford, ofreciendo acceso a las tecnologías de los investigadores de Oxford a través de licencias de propiedad intelectual, la creación de empresas, ventas de materiales y dando acceso al conocimiento académico a través de su servicio “Oxford University Consulting”. Cuenta con oficinas regionales en varios países y/o regiones con lo que interactúan con otras universidades, gobiernos y empresas de varias partes del mundo.
ISIS es el mayor solicitante de patentes entre las universidades británicas y ocupa el primer lugar en el ranking de creación de empresas tipo “spin-out” universitarias (empresas de nueva creación y de base tecnológica universitaria) en el Reino Unido. Recientemente fue reconocida como la Unidad de Transferencia de Tecnología del año, por la “Global University Venturing”.
La actividad comercial de ISIS ha impactado en la economía global con cerca de 400 millones de libras (como valor agregado) y soportando cerca de cinco mil empleos, principalmente en el Reino Unido, pero también en el resto de Europa, Estados Unidos y otros países.
Su modelo se basa en que, mediante la cesión de derechos, ISIS se apropia y gestiona toda la propiedad intelectual de la Universidad de Oxford (actualmente maneja cerca de mil 200 solicitudes de patente). Para fines académicos le regresa a la universidad una licencia, mientras que para fines de explotación comercial, ya sea que busque empresas ya constituidas que estén interesadas en obtener tal licencia comercial (actualmente manejan cerca de 300 licencias activas), o bien echan a andar nuevas empresas (“spin-out”) a las que les transfiere la tecnología y las incuba, manteniendo acciones de las mismas.
De los ingresos que obtiene por estas actividades, retribuye a los inventores y a la Universidad en un 70% (distribuido entre ambos, según la magnitud del monto). También cuentan con apoyo de incubación de empresas, a las que les dan acceso a un fondo semilla propio para convertir la idea en prototipo y luego les ayudan a conseguir fondos públicos y privados. A la fecha han creado más de 100 nuevas empresas en sus 25 años, con alto grado de subsistencia de las mismas.
A mi modo de ver, el modelo suena muy atractivo, pero su aplicación en México requiere de elementos difícilmente presentes en el ecosistema universitario-social mexicano. Se necesita una cultura universitaria de valoración y apropiación de la tecnología y conocimiento generados por los universitarios, se requiere de crear una instancia externa a la universidad (aunque de su propiedad) que realice todas las gestiones y apoyos correspondientes. Nuestras universidades públicas, como la UNAM, son vistas precisamente para generar y hacer público el conocimiento y tecnología generados y difícilmente para apropiárselo y comercializarlo. Además, el ser propietaria de una empresa (como pudiera ser el caso de ISIS) es visto como contradictorio a su carácter público y no lucrativo, esto mismo limita la posibilidad de que la Universidad sea co-propietaria de empresas spin-out a las que les transfiera su tecnología para fines de explotación comercial.
No obstante, a pesar de que como dijera la periodista Cristina Pacheco –Aquí nos tocó vivir–, desde la trinchera, en el Instituto de Biotecnología de la UNAM seguimos trabajando en impulsar la cultura de protección de la propiedad industrial impartiendo seminarios sobre el tema a nuestro personal y estudiantes y protegiendo por patente la tecnología que generamos, buscando su licenciamiento comercial a empresas e incluso en el impulso a la creación de nuevas empresas de base tecnológica, esto último en colaboración con la Coordinación de Innovación y Desarrollo de la UNAM.