El gobierno federal de nuestro país ha estado ahorrando miles de millones de pesos en los servicios públicos de salud. Ahora, enfrentamos el peligro de que se reduzca en un 7% del Producto Interno Bruto (PIB) por el programa para reducir los contactos que promueven la epidemia del virus Covid19. ¿No será que estamos ahorrando centavos para luego perder pesos?
En el mundo podemos ver ejemplos buenos y malos de cómo enfrentar la epidemia. Como buenos ejemplos podemos citar a Corea del Sur y Alemania, que han logrado dominarla porque tienen una mortalidad del 0.5% de los infectados y los han aislado con una mínima reducción de sus actividades económicas. Como mal ejemplo: Estados Unidos tiene un gran retraso en el programa de detección del virus, con una mortalidad mayor del 3% de los diagnosticados. Por eso, el 23 de marzo en el estado de Nueva York, el gobernador Andrew Cuomo hizo un dramático llamado de ayuda, ya que le faltan 50 mil camas con ventiladores pulmonares para atender la creciente demanda ocasionada por esta epidemia.
Además del diagnóstico, es necesario poner en práctica las medidas de contención para romper las cadenas de transmisión. Pero esas medidas pueden ser generales o selectivas, con diversos grados de efectividad. En España e Italia se desarrollaron programas muy activos para la aplicación de pruebas diagnósticas, pero no pudieron articular el diagnóstico con el aislamiento de las cadenas de contagio.
El resultado ha sido desastroso, pues no han contenido a la epidemia y si han sufrido graves daños económicos. En Corea del Sur usaron sistemas informáticos que relacionan, en tiempo real, la identidad, localización y contactos de cada uno de los pacientes infectados, de manera similar a cómo el programa Google localiza la identidad y preferencias de sus usuarios. Para ese fin pasaron reformas legales para atender la emergencia sanitaria. Así pudieron poner en prácticas el aislamiento selectivo de los infectados del resto de la población sin que se parase la mayor parte de la actividad económica como ocurrió en China.
En México estamos cometiendo los dos errores principales que son: un bajo nivel de pruebas diagnósticas y el uso errático del aislamiento social. El primer error se puede documentar porque hasta el 30 de marzo, el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE), apenas había podido practicar 4,239 pruebas a personas que sólo representan 33 pruebas por millón. Comparadas con más de 7,000 por millón para Italia, Corea del Sur y España, y cerca de 5,500 por millón en Alemania, Australia y Canadá. En pocas palabras, tenemos un rezago de más de 150 veces con los países que se han dedicado a detectar oportunamente la epidemia y probablemente seguiremos el camino de Estados Unidos, que ahora tiene más de 100 mil casos diagnosticados y 2,500 pruebas por millón de habitantes. Además, no tenemos un sistema informático que permita aislar selectivamente a las personas infectadas, a sus contactos y a las personas más vulnerables por esta enfermedad. Esto nos sugiere que vamos a tener peores resultados que el estado de Nueva York, porque tenemos menos recursos médicos y hospitalarios. Para enfrentar este problema bastaría una convocatoria urgente para identificar, licitar, financiar y poner en práctica la tecnología, nacional o extranjera, necesaria para enfrentar esta epidemia. La deficiencia principal está en la ausencia de presupuestos para poner en marcha estas iniciativas. Por eso es conveniente analizar la situación financiera del problema.
Si, como lo anuncian las principales agencias de acreditación económica, nuestro PIB caerá en un 7% durante 2020, esto quiere decir una pérdida de aproximadamente 1.8 billones de pesos. En cambio, un programa acelerado de diagnóstico y aislamiento selectivo de las personas infectadas muy probablemente costaría cerca de 2 mil millones de pesos. Pero, si se logra mitigar la caída del PIB a sólo el 3%, la relación del costo al beneficio sería de 1 a 900. En pocas palabras estaríamos gastando centavos para ahorrar pesos.
En consecuencia: la actual estrategia financiera del país podría ser vista como un caso clásico del proverbio popular “El flojo y el mezquino, salen dos veces al camino”. Pues, hemos venido ahorrando centavos para ofrecer deficientes servicios sanitarios y por eso vamos a pagar un costo cientos de veces mayor por nuestra falta de previsión y generosidad en la atención de la salud del pueblo de México.