Nuestra especie se encuentra amenazada por sus propias actividades que han generado el cambio climático, la contaminación masiva por los plásticos, la ampliación global de los desiertos y la migración masiva de los pobres hacia los países ricos. Para enfrentar estos problemas, necesitamos comportarnos en forma unida y solidaria como lo hacen los elefantes en defensa de sus crías y dejar de atacarnos, unos a otros, como perros rabiosos. Aquí se presenta un breve análisis de esta situación que afecta a casi toda América.
Durante los últimos tres años se han multiplicado los conflictos sociales cada vez más violentos y difíciles de resolver. La lista parcial de conflictos del mundo incluye: la guerra civil en diversos países de África Subsahariana, así como en Siria y Libia. También, las protestas callejeras en Sudán, Hong Kong, Líbano, Iraq, Libia e Irán, así como en Francia, Italia, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia y Nicaragua.
En EUA, Brasil, Argentina y Uruguay, el electorado está dividido de manera profunda entre la izquierda y la derecha. En México cada vez se acentúan y agravan las diferencias de opinión, principalmente en las redes sociales. Lamentablemente, la mayor parte de las discusiones y conflictos se presentan más en el campo de las pasiones y las tradiciones que en la razón. Los argumentos pasionales o tradicionales se sustentan en acusaciones de carácter ideológico, moral o religioso, con pocas propuestas prácticas. Se acusan de comunistas o neoliberales, se catalogan de ateos o creyentes, se defiende a los Evangelios frente a la Pachamama o se acusan, unos a otros, de bandidos o estúpidos. Vale la pena recordar que la lógica y el uso de la razón permitieron construir los cimientos científicos y técnicos de nuestra civilización. Por eso debemos ver la necesidad de entender la cooperación solidaria como lo hacen los elefantes cuando defienden y cuidan de sus crías y buscan nuevos territorios dónde pastar y no como los lobos o perros salvajes que se atacan unos a otros para sobrevivir.
El desarrollo sostenible tiene tres pilares bien aceptados por la ONU: La soportabilidad, que es el equilibrio de la especie con la Naturaleza; la viabilidad económica, que asegura ciclos dónde el beneficio es mayor que el costo y, la equidad, que garantiza un amplio acceso a la salud, la educación, a la justicia social y al disfrute de la belleza o gusto por la vida.
Por ejemplo: el futuro energético solo podrá ser soportable si se sustenta en recursos renovables, pues solo podremos confiar, a largo plazo, en la energía del viento y del sol y sus derivados. Lo demás, sea de origen petrolero, del carbón o nuclear, son espejismos que conducen al cambio climático o a la contaminación del suelo y de los mares. Por su parte, el desarrollo económico debe sustentarse más en la inversión productiva al alcance de todos y mucho menos en las limosnas o subsidios que crean clientelas políticas ineficientes. Y este desarrollo debe basarse en la repartición equitativa de la riqueza entre el trabajo y el capital, pues de otra forma se crean burbujas especulativas con grandes crisis económicas, como las de los años 1930 o la de 2008.
La polémica entre chairos y fifís en México se parece a la de plebeyos contra patricios de Roma o a la de proletarios contra burgueses de la Unión Soviética. Un modelo más interesante se produjo por el acuerdo social de principios del siglo XX entre los trabajadores y empresarios de los países escandinavos. De esa forma se crearon sociedades prósperas, tolerantes y civilizadas dónde casi se erradicó la pobreza y ahora enfrentan el cambio climático con una estrategia completamente rentable y soportable, como es el caso de Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca.
Por eso es muy importante que seamos prácticos y a la vez justos y equitativos. Que propiciemos la solidaridad social junto con el conocimiento científico y que aboguemos por el uso de la razón y la lógica, por encima de los prejuicios tradicionales y de las pasiones facciosas. Que nos parezcamos más a los elefantes solidarios que a los perros rabiosos, pues de otra forma nuestra sociedad se enfrentará a crisis cada vez más graves y difíciles de superar.