El manejo de la basura en Cuernavaca (y en la mayoría de las poblaciones de nuestro país) es uno de los problemas que más nos afectan. El manejo adecuado de los desechos sólidos urbanos (como se le llama a la basura antes de revolverla y que sea un problema prácticamente sin solución), es una de las problemáticas que parecen no resolverse al paso de las administraciones municipales. Muchos habitantes de Cuernavaca recordamos las calles llenas de basura en el año 2006 y la indiferencia del gobierno municipal de aquella época. Recuerdo que tampoco el gobierno estatal actuó con diligencia; sino más bien esperó a que asumiera la presidencia un correligionario de partido. Ya en el 2007 se otorgó un contrato a una empresa para la disposición final de la basura. Recuerdo muy bien que un grupo de ingenieros y científicos le propusimos al entonces presidente municipal electo (octubre 2006), un plan para el manejo de los residuos sólidos urbanos de la ciudad que involucraba la valorización de esos residuos y la capacitación para todas las personas de la ciudad. La idea era realmente manejar los residuos desde los hogares y disminuir su volumen, al tiempo que se generaba una conciencia sobre la responsabilidad de la ciudadanía en la generación de la basura. En otras palabras un plan de gestión integral de los residuos para no convertirlos en basura. Sin embargo, no le interesó conformar comités ciudadanos, ni crear conciencia en la población ni involucrarse en la solución de largo plazo; sino que dio un contrato a una empresa y se lavó las manos.
Las administraciones vienen, se van y no resuelven los problemas, mientras nosotros, los ciudadanos, no tomamos conciencia de lo que podemos hacer y menos nos percatamos que con acciones a nuestro alcance podemos cambiar la problemática de la basura.
Existe conocimiento de frontera que indica la forma en que podemos resolver la problemática de los residuos sólidos urbanos para disminuir sus efectos negativos. En la literatura científica, en revistas especializadas y de acceso libre para toda aquella persona con Internet, existen reportes que nos indican los beneficios de un manejo integral de estos residuos. En estos estudios se ha encontrado que con frecuencia, el uso de estrategias específicas de bajo costo reduce la cantidad total de desechos y que estas estrategias se asocian principalmente a la identificación, recolección separada y compostaje de residuos orgánicos específicos, tales como los rechazos o sobrantes de vegetales y frutas en los mercados de alimentos y actividades de jardinería urbana (https://doi.org/10.1371/journal.pone.0181621). Otro estudio nos ilustra sobre la necesidad de caracterizar los residuos para poder diseñar las estrategias adecuadas para su manejo posterior (https://doi.org/10.1371/journal.pone.0145405). De este último estudio se desprende la urgente necesidad de que realicemos estudios, quizá de ciencia ciudadana, para que nosotros mismos conozcamos y diseñemos estrategias adecuadas para el manejo de nuestros residuos y no los convirtamos en basura. En el CRIM de la UNAM, en el Campus Morelos, se desarrollan proyectos de esta índole que analizan los residuos generados en las entidades académicas y se proponen estrategias para contar en el futuro con instalaciones que generen cero basura.
Déjenme hacer un recuento histórico. En la prehistoria las personas tenían actividades de cazadores recolectores, es decir, todas las personas de aquella época colectaban frutas o cazaban o pescaban, se alimentaban y dejaban las cáscaras o desechos de los animales en su diario camino. Podemos decir que lo natural para las personas es desechar inmediatamente lo que ya no necesitan, sin preocuparse si esta forma de proceder causará daños, sólo tirarlo. Quizás esto es lo que propicia el uso indiscriminado de productos desechables. Sin embargo, hoy sabemos que los desechos pueden causar daños a nuestro entorno y a nosotros mismos y tenemos que cambiar ese comportamiento verdaderamente primitivo.
La reflexión sobre: a) cuál es el proceso que siguen estos productos desechables o b) qué pasa con los residuos sólidos que mandamos a la basura o c) qué pasa con las aguas que enviamos al drenaje, etcétera, conduce a conocimiento. Al tomar conciencia de que los procesos necesarios para que estos desechos no afecten a nuestro entorno, a otras personas o a nosotros mismos, habremos comprendido que estos procesos son difíciles de conseguir y más cuando revolvemos todos los desechos. Por estas razones, se ha considerado muy conveniente reciclar, reusar y reducir estos desechos. Verdaderamente es más fácil procesarlos en el lugar donde se producen y considerar que todo producto pueda cumplir con estas premisas. Quizás algún especialista en manejo de residuos dirá que ya existen procesos más avanzados; pero estas 3R son un muy buen comienzo.
Hace siglos, quizá milenios, las personas no conocían las consecuencias de muchos de sus actos; hoy en día nosotros los conocemos y considero una obligación actuar de forma tal que no perjudiquemos a nuestros vecinos o a otras personas o a otras especies y menos a quienes todavía no han nacido y pueden sufrir daños causados por los desechos de lo que hoy utilizamos.