Aquí se ha señalado que debe reforzarse el número de policías asignados a resolver los crímenes, pero no a los ínfimos niveles del fiscal, que colocó a cinco agentes en cada una de las tres fiscalías regionales.
Hacer algo así se llama simulación.
O al menos, el funcionario debería dar a conocer las prioridades reales de la dependencia que encabeza, para que los ciudadanos no esperen de él más de lo que quiere dar.