Editorial

Vergüenza en cobertura nacional

Justo cuando la atención de todo el mundo -literalmente-  está puesta sobre Morelos, la Fiscalía General del Estado -entregada a una persona cuyo mérito principal es ser sobrino del gobernador Graco Ramírez- comete un error que podría creerse inadmisible: equivocarse de sitio a la hora de excavar para exhumar los cuerpos que fueron enterrados en una fosa común en Tetelcingo sin cumplir con el protocolo que más adelante permitiera su identificación, además de que colocaron como desconocido el cadáver de un joven que ya había sido plenamente identificado por su familia, un caso que terminó en el escándalo actual.

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Al final de la primera jornada de exhumaciones por lo menos lograron detectar el sitio que buscaban, pero toda la acción deja un mal sabor de boca y crea grandes dudas sobre el profesionalismo de quienes deben aplicar la ley para corregir su anterior error.

La entidad está dominada desde las estructuras del poder por una familia que sólo está interesada en apropiarse de los recursos públicos y que han demostrado demasiadas ocasiones que no piensan en el bien común.

La entidad tardará años en recuperarse de estos excesos y locuras si no hay un giro radical en la conducta del gobernador y quienes lo acompañan en los cargos de primer nivel, que a estas alturas bien pueden recibir un calificativo mejor que el de funcionarios: cómplices.

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