Además, en su discurso cargado de falsa humanidad saca a relucir los asuntos que realmente le interesan y que tiene que ver con señalamientos de que lo que se pretende hacer son negocios muy redituables, como lo demostró la entrega sin licitación a una compañía que diseñará el proyecto del llamado "morebús".
Bastaría con un poco de acción eficaz para demostrar que habla con la verdad. El exceso de retórica -o demagogia, mejor dicho- sólo parece encubrir cosas oscuras.