La disminución en el número de secretarías acarrea de inmediato una reducción en el gasto de nómina, pues se paga demasiado en un ejército de subsecretarios que podrían hacer su labor con un cargo y un salario más acorde a los resultados que entregan.
La austeridad que se avecina debe afectar a todos y no sólo a los ciudadanos y a los burócratas de más bajo nivel.
Es un acto de mínima congruencia. Es probable que la ciudadanía no espere menos que eso.