Por supuesto, el recorte incidirá en los niveles de desarrollo porque el dinero público no fluirá al sistema productivo.
Los ciudadanos pagarán directamente las consecuencias de acciones que no provocaron, aunque sí dejaron que ocurriera, principalmente lo que tiene que ver con la entrega de los recursos provenientes del petróleo al sector privado.
Eso significa que las grandes reformas del último trienio, tan cacareadas, ahora sí comienzan a tener sentido de su dirección real.