La fecha de hoy es una conmemoración, definitivamente. Recuerda el asesinato de decenas de mujeres que exigieron en el Siglo XIX sus derechos laborales, aunque la complejidad social de los últimos tiempos le ha terminado por dar diferentes variaciones al 8 de marzo, lo que ha llevado, por ejemplo, a los excesos de pequeños pero feroces grupos que tienen en el vandalismo su sello identitario pero que están lejos de representar las demandas feministas.
Este día también debería hacernos ver que no se puede conmemorar bajo un concepto único, porque el sexo femenino tiene tantos matices como mujeres existen en la Tierra.
Lo más importante es que se trabaje para reducir la desigualdad entre géneros y que las mujeres de todos los grupos sociales puedan cubrir sus necesidades en el mismo nivel de los varones, sin tener que subordinación al cumplimiento de determinadas condiciones.
Ante la ley, al menos en este país, hombres y mujeres somos iguales, pero parece que ya es tiempo de quitarle los matices a la ley.