La termoeléctrica de Huexca ha requerido una inversión de 20 mil millones de pesos, pero no ha podido arrancar en varios años, en parte por los salvajes métodos usados por el gobierno anterior para “convencer” a los habitantes del sitio donde se asienta la obra.
En su momento se difundieron ampliamente las imágenes de los ciudadanos perseguidos por los granaderos que envió al lugar el entonces secretario de Gobierno Jorge Messeguer Guillén. La intolerancia de ese y otros exfuncionarios creó un quizá injustificado sentimiento de rechazo a la planta generadora, que vendrá a abaratar el servicio de electricidad para los habitantes de Morelos.
Las secuelas del maltrato graquista a la población aún están vivas e impiden que los inconformes escuchen las razones objetivas sobre porque sí debe operar la termoeléctrica.
Los efectos económicos provocados por la pandemia en la entidad hace necesario buscar inversiones para crear empleos, pero quizá es necesario abrirse a todas las opciones y reconsiderar lo que ya está aquí, sobre todo cuando la infraestructura ociosa tiene tanto valor, sin dejar de escuchar todos los argumentos en contra, por supuesto.