Para las alcaldías, el problema de los laudos ejecutoriados parece un cuento de nunca acabar desde el ya lejano año en que un irresponsable alcalde de Huitzilac inauguró el despido descarado -sin indemnización- de todos los trabajadores de la administración anterior para colocar a sus amigos.
Ese ejemplo fue memorable y cundió rápidamente, lo que generó unos enormes pasivos laborales para casi todos los ayuntamientos, debido al proceso natural de la justicia laboral, que vía salarios caídos generó compromisos que se volvieron impagables pero que amenazan a los actuales integrantes de los cabildos con la destitución por el incumplimiento.
En el trienio anterior se creó un fondo de cincuenta millones de pesos, apenas un diez por ciento del total de los adeudos, para que algunos municipios salieran adelante, pero el arreglo fue flor de un día y nuevamente el conflicto de una posible destitución de alcaldes, regidores y síndicos llama a la puerta.