En tiempos de inestabilidad, es loable la iniciativa para trabajar de manera coordinada autoridades y sector transporte para atacar un flagelo añejo, pero que se ha ahondado con la crisis sanitaria: la inseguridad en el servicio público.
Es meritorio el diálogo para identificar los puntos vulnerables y combatirlos con las estrategias que los expertos consideren óptimas para contrarrestar los índices de asaltos en las unidades del transporte colectivo.
La detección de zonas y circunstancias de conflicto, y la participación activa de transportistas y de las instituciones de seguridad locales y federales, deben coadyuvar para acometer un fenómeno que ha alcanzado magnitudes mayores en los últimos meses, según la queja recurrente de trabajadores del volante y usuarios del servicio.