Una vez más una manifestación con pocos participantes alteró la vida de la capital de Morelos. En esta ocasión se trató de los jubilados del SAPAC, pero un día antes fueron los antorchistas y en realidad multitud de siglas se dan el lujo de bloquear el libre paso y con eso dañar a decenas, quizá cientos de miles de ciudadanos.
El derecho a manifestarse debe compaginarse con el derecho a la libre circulación.
Los costos económicos y sociales que provocan las manifestaciones hace necesario intentar reglamentarlas, lo que no necesariamente significa prohibirlas.
Por ejemplo, obligar a dejar siempre libre un carril para los vehículos y sancionar cuando se impida el paso de ambulancias podría ser una forma de empezar.
El primer cuadro de Cuernavaca ha visto decaer su actividad económica por la recurrencia de manifestaciones que alteran el tráfico en una ciudad con pocas calles.
Lo mismo ocurre en ciudades como Cuautla, o en importantes tramos carreteros usados para chantajear a la autoridad.
Poner salvaguardas al derecho a la libre circulación mejorará notablemente la convivencia y beneficiará a la actividad económica, que en cualquier momento puede quedar bloqueada por cualquier pretexto.