Es excesivo el daño que para la imagen representan once vendedores ambulantes que mediante amparos han logrado establecerse frente al Palacio de Cortés con estructuras que afean la vista del lugar.
Quizá adicional al combate jurídico las autoridades deberán ofrecerles un diseño moderno para sus puestos, a fin de que sustituyan lo que hoy tienen.
Todo mundo tiene derecho a cubrirse del sol, pero usar el espacio público para romper con la estética de la ciudad cuesta demasiado en términos económicos y sociales, especialmente porque en la ciudad viven más de once personas, un número que proporcionalmente es infinitamente menos importante que el de todos los habitantes que pierden con esa permanencia una parte importante de su patrimonio visual e histórico.