Dentro de las secuelas dejadas por la irregular construcción del Paso Exprés la medioambiental sigue presente: la tala de miles de árboles en el tramo de ampliación de esa vía provocó una notoria alteración del clima de al menos una parte de Cuernavaca. La obligación de remediar la tala de árboles mediante el sembrado de más ejemplares no se cumplió.
Si acaso se hizo parcialmente pero con descuido y sin garantizar la sobrevivencia de los nuevos árboles.
El inicio de la temporada de lluvias marca la oportunidad de intentarlo de nuevo: Plantar árboles y hacer que permanezcan no es una ciencia oculta, sino que hay parámetros de fácil aplicación que los responsables de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes cumplir si dejarán a un lado la complicidad con citada y caótica obra.
Por lo pronto, esperemos que esta vez no sea otra oportunidad perdida, Cuernavaca tiene el derecho y la necesidad de recuperar la flora salvajemente perdida que tanta falta hace.