Aunque no existen estadísticas confiables, los expertos consideran que los accidentes automovilísticos causados por conductores que hablan por teléfono celular constituyen una dolorosa plaga, comparada a los percances que ocasiona el alcohol.
La entrada en vigor hace una semana de la reforma penal que sanciona con dureza esa práctica (excepto cuando se utilizan equipos de “manos libres”) merece ser ampliamente divulgada, para que su efecto disuasorio se extienda.
Los conductores irresponsables deben saber que si ocasionan un accidente mientras hablan por teléfono enfrentarán mayores penalidades.
Esperemos que con esa medida se salven muchas vidas y otras tantas eludan las secuelas de traumáticos accidentes.
Pero eso sucederá si la nueva disposición tiene una difusión lo más amplia posible.