Los concesionarios del transporte colectivo no descansan en su afán de burlarse de los usuarios.
En el no lejano 2010 la complicidad de un funcionario del área les permitió incumplir la norma acerca de la antigüedad máxima que se le permite a los vehículos.
Como un enorme engaño, inventaron el término “repotenciar” para permitir que con un poco de pintura siguieran en activo peligrosas carcachas que frecuentemente se quedaban sin frenos.
Aunque el término quedó en el olvido, hasta ahora se les permite a los concesionarios utilizar vehículos con más de veinte años de servicio, pese al riesgo e incomodidad que representan.
Hoy el dirigente más conocido del sector ha revivido esa “gran idea” y quiere repotenciar sus unidades obsoletas.
Habrá que ver si se lo permiten. El que la mayoría de la población figure como usuario cautivo quizá les ayude a lograr sus sucios fines.