El secretario del Trabajo Francisco Santillán Arredondo está inmerso en un escándalo nacional provocado por su frivolidad y quizá por eso anunció ayer el inicio del programa de rescate financiero de las alcaldías casi como si fuera un proyecto personal, cuando él está allí sólo por las circunstancias.
Sin embargo, ese rescate –planeado desde el Congreso- es una acción trascendente, ya que aunque no resuelve el problema de fondo, constituye una válvula de escape para un problema político que puede tornarse grave.
El impago de multitud de laudos llevó a la justicia administrativa a ordenar la destitución de las autoridades municipales, lo que comenzará a frenarse, siempre y cuando los actuales ediles actúen juiciosamente y no compliquen el panorama.