Es irónico que las fuentes de energías renovables sean de tan fácil acceso. Es una muestra de la necedad del ser humano que lo que tenemos en frente de nuestras narices es lo que menos apreciamos.

Es cierto que a nosotros, los seres humanos, nos encanta esperar hasta llegar a un punto de crisis total antes de actuar. Por qué tiene que ser así no tengo idea. Los tres temas de hoy –las abejas, el petróleo y la contaminación ambiental– son resultados y ejemplos contundentes de nuestra incapacidad de actuar a tiempo. El resultado de nuestra incapacidad por actuar es una crisis incipiente que amenaza a la humanidad. Consideremos estos tres casos.

Los niveles de dióxido de carbono en el aire son alarmantes. En las ciudades más grandes del mundo lo que respiran los ciudadanos es causa de serios problemas de salud. La contaminación atmosférica es responsable por cerca de siete millones de muertes cada año. En China, en particular, la situación es crítica y ya es normal ver a la gente en la calle portando máscaras y tapabocas en un intento por no respirar tanto aire tóxico.

Los fotógrafos que se dedican a tomar fotos del hielo, son testigos de los cambios en las zonas más frías del planeta. Sus tomas muestran el nivel alarmante del derretimiento constante del hielo alrededor del mundo.