Problema complejo es ese del ambulantaje, sin duda, pues mientras no haya fuentes de empleo suficientes, los comerciantes argumentarán su derecho al trabajo, pero si no se le pone freno, amenaza con crecer de tal modo, que podría darse otro suceso como el del año 2005, en el que un menor perdió la vida. En esa ocasión, debido al intenso tráfico que se generaba en la calle Francisco I. Madero, a un costado del mercado Benito Juárez, y la gran cantidad de puestos que invadían la banqueta, un menor fue atropellado cuando caminaba por el arroyo con su madre.
El sector organizado de los mercados, protestó y obligó al Gobierno de Nelson Mondragón –edil en ese entonces-, a retirar a todos los comercios de esa calle y periferia de los mercados. Se dio un enfrentamiento de comerciantes con la policía. Vinieron entonces las protestas de los comerciantes que exigían su derecho a vender o a contar con una opción para mantenerse, pero el Gobierno no concedió ni una cosa ni otra.
El problema se alargó hasta el siguiente Gobierno, de Alberto Cabrera Díaz. Lejos de acabarse el ambulantaje, poco a poco empezaron a surgir más vendedores, que ocuparon los espacios de los desplazados.
Para intentar resolver el problema, el Gobierno de Alberto Cabrera acomodó a los ambulantes desplazados en la parte posterior del auditorio. Pero esto no satisfizo a los vendedores que se ampararon y negociaron ocupar la explanada del auditorio dos días a la semana. Ahí los tenemos desde entonces; dos días una organización y otros dos días una distinta y la explanada parece tianguis.
Para el actual periodo de Enrique Retiguín, la cosa no fue mejor, por el contrario. En lugar de ofrecer una estrategia de solución, el actual Gobierno prefirió mejor cobrarles cuotas y hasta, según testimonios de los propios comerciantes, extorsionarlos y amenazarlos a través de los fiscales.
Y los cuasi ambulantes, siguieron creciendo y ocupando más espacios, ante la complacencia del Gobierno.
A unos meses de concluir el trienio, la semana anterior se realizó un operativo para impedir que se asentaran en las calles, pero falló en la intención y al día siguiente, todos estaban en su mismo lugar, como si nada hubiera pasado.
Si bien es cierto que el atractivo comercial que tiene Jojutla, así como nuestros hábitos de consumo hacen que el comercio en las calles se multiplique y se mantenga (es increíble ver las cosas que se venden en la calle, de todo tipo), también es cierto que debiera haber una estrategia para este problema, que como ya dijimos, cobró una vida y hace unos días, generó un incidente con locatarios de una plaza comercial de la calle Altamirano, quienes se dijeron privados de la libertad por un grupo de comerciantes ambulantes, quienes a su vez, se dijeron agraviados por la dueña de la plaza.
El actual Gobierno quedó a deber en muchas cosas, esta es una más, pues nunca ofreció soluciones a esta problemática y cuando lo hizo, sólo duró un día, en tres años de Gobierno.