Del PAN, ni se diga; prácticamente la suerte estaba echada para ese instituto político desde antes de las elecciones y muestra de ello, fueron las encuestas que siempre los ubicaron en el tercer lugar.
En la región sur llama la atención que la mayoría de los candidatos identificados –presuntamente– con el líder cañero Amado Orihuela, perdieron de manera clara.
Arturo Ocampo Pineda en Jojutla, Roberto Reza Quiroz en Tlaquiltenango y David Salazar en Tlaltizapán perdieron la elección de presidente municipal de manera contundente. También Pedro Ocampo, dirigente cañero de la CNPR, candidato a diputado local, quedó en el camino.
En Jojutla se dio una votación histórica; la alianza de izquierdas obtuvo 13 mil 642 sufragios, contra seis mil 363 del segundo lugar, el PRI.
La imagen del candidato tricolor a la alcaldía, Arturo Ocampo, de presunto origen campesino, de hablar directo y con la vida resuelta, de modo que hasta iba a regalar el salario del presidente, más que ayudarlo, lo perjudicó, sobre todo, con un gobierno priista –éste sí– de origen campesino y que no ha dado resultados. La imagen de Enrique Retiguín, su desgobierno, excesos e incapacidad, le dieron la puntilla al candidato.
El único ganador de esa planilla para Ayuntamiento, fue el aliancista Atanasio Pérez Villalobos, que de manera sorprendente, participó por tercera vez en una elección y ganó, en este caso, una regiduría. Eso se debe a que el PRI y el Partido Nueva Alianza (Panal) fueron juntos en esta elección y Pérez Villalobos fue la propuesta del Panal para la segunda regiduría, la cual obtuvo. En el año 2000, fue candidato a alcalde por el PAN y ganó, aunque después tuvo que solicitar licencia buscando una diputación, pero ya no regresó, debido a lo desacreditado de su gobierno. En 2009, ya con los colores del Panal, mañosamente se registró como candidato a presidente municipal y también como a primer regidor, que le sirvieron para incorporarse como concejal en esa administración. Su desempeño fue tan pobre, que terminó desapareciendo de escena y ya no se presentaba a laborar. Y ahora, la alianza PRI-Panal le permite entrar, por tercera ocasión, a un gobierno municipal. Un tipo con suerte, sin duda, que ya le está hallando el modo a las elecciones, como muchos otros se lo han encontrado.
En Tlaquiltenango ganó de manera verdaderamente sorprendente el Partido del Trabajo. Su candidato, Mauricio Rodríguez, estaba prácticamente fuera de la contienda, cuando el Tribunal Estatal Electoral le negó el derecho participar, porque había un acuerdo con los otros partidos de izquierda. Sin embargo, a casi una semana de las elecciones, el Tribunal Federal le devolvió el derecho a competir y se alzó con el triunfo.
Ya desde la campaña había versiones insistentes en que quien en realidad lo manejaba y apoyaba, era Jorge Martínez Urioso, alcalde de ese municipio, que luego de un mal gobierno prácticamente rompió con su partido y sus candidatos.
Por su parte, el PRI, que luego de la elección de Roberto Reza como su candidato, prácticamente se dividió y cada quien jaló para su lado, con las consecuencias ya vistas. De hecho, éste será el cuarto trienio consecutivo en el que el tricolor no ve la suya en el municipio, luego de que perdió la alcaldía en 2003 con el Partido Verde, y de ahí, no ha podido figurar.
“Haiga sido como haiga sido”, parafraseando a aquél, el Partido del Trabajo gobernará Tlaquiltenango, el municipio más grande de la entidad y también con una gran cantidad de carencias.
En Tlaltizapán, las divisiones internas para elegir candidato dejaron evidentemente débil al tricolor, que no pudo mantener la presidencia y ahora regresará al PRD. El candidato David Salazar fue severamente cuestionado y hasta se dijo que compró la candidatura.
Los priistas tendrán mucho que reflexionar después de esta elección, y también los panistas. Ahora el reto es para los ganadores, que deberán cumplir todo lo que prometieron en campaña.