Señaló que desde 2011, que se expropiaron la mayor parte de ingenios en el país, el asunto “está atorado” y ni el gobierno federal le invierte bien, ni vende las fábricas.
“Como cañero, reconozco la expropiación como una solución de aquél momento en el 2011, debido a un gran problema que ponía en riesgo a toda la industria; quizá en lo jurídico no fue la mejor solución”.
Señaló que actualmente, los nueve ingenios expropiados, van operando más o menos con buenos números, sin embargo, “no estoy en desacuerdo que los siga manejando el gobierno, el problema que veo es que el asunto está como atorado; ni el gobierno le puede invertir bien, ni tampoco está resuelta la parte jurídica. Creo que lo más sano es que quede claramente definida la situación de estos ingenios (entre ellos el Ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec), que sean de administración paraestatal o privada, y podemos ver lo que estamos viendo en otras regiones: inversiones para mejorarla eficiencia energética, su calidad productiva y capacidad de molienda”.
Señaló que el problema no es, si es privado o estatal, sino que se sigan desarrollando.
“Es una oportunidad para considerar la participación del productor de caña, como un conjunto, en la transformación de su caña. Los productores conocemos bien los temas del campo, hemos desarrollado soluciones financieras, estamos trabajando temas de productividad agrícola, tenemos cercanía al recurso humano para operación y hemos desarrollado vínculos en el mercado para colocar la producción azucarera”.
El gobierno federal, prosiguió, “tiene la oportunidad de hacer un modelo de producción diferente al tradicional en materia de azúcar, en donde un gran capitalista adquiere el ingenio y lo único que hace, es producir y vender azúcar, sin generar valor agregado, ni al azúcar, ni en mejores condiciones hacia sus abastecedores; hoy está ese gran reto, que como sector ya lo hemos venido promoviendo y proponiendo a las diferentes instancias del gobierno federal.”